ACOSADO (Libro II)

CAPITULO 10

TAEHYUNG

¿En serio? ¿Cómo diablos no se ha dado por vencido todavía? Resoplo por lo que me parece la millonésima vez desde que lo conozco y me aparto para dejarlo entrar en mi apartamento. Todavía no me he ido. No sé por qué. Sí, lo sabes. Le digo a mis pensamientos internos que se callen mientras cierro la puerta. Sigo sin atreverme a comprobar mis mensajes o incluso a publicar. Sé que lo necesito. Sé que no soy la vida entera de nadie ni ninguna locura por el estilo, pero sé, sin duda, que hay mucha gente preguntándose dónde estoy ahora mismo. No he pasado un día sin publicar en mucho, mucho tiempo.

—He hablado con mi amigo abogado. —Espero a que me dé más detalles mientras ambos nos acomodamos en el sofá. —Necesitamos más.

Sacudo la cabeza con incredulidad. —¿Más? ¿Necesitas que amenace más a Minho?

El gran hombre que tengo delante parece casi avergonzado, pero definitivamente preocupado cuando responde: —Sí.

Giro mis ojos entrecerrados hacia él. —Estás bromeando. —Pero no es una pregunta porque sé que no lo es.

—No. —Su voz es más tranquila que de costumbre y juro que veo una expresión de vergüenza en su rostro. Eso no está nada bien. —Necesitamos pruebas de acoso. Si tienes más mensajes, necesito verlos. Todos los comentarios. Todo. —Se agarra la nuca, y yo intento por todos los medios no notar cómo los músculos de su bíceps se tensan con el movimiento. —Vas a tener que confiar en mí, Taehyung.

Eso atrae mi atención y mi mirada vuelve a dirigirse a su rostro. —No puedo. No te conozco.

—Vas a tener que seguir tus instintos.

—Mis instintos me dicen que eres un imbécil—, escupo antes de poder rebatirlo.

El imbécil en cuestión sólo sonríe, casi con orgullo. —No te equivocas, pero yo también soy policía. Uno bueno. Y quiero ayudarte. Así que tienes que confiar en mí, y tienes que darme tu teléfono.

—Ya he hecho eso. —Cruzo los brazos sobre mi estómago, incapaz de detener la acción. La confianza me resulta difícil.

—Lo sé. —Sus labios se tensan, y puedo decir que lo está intentando. —Necesito que lo hagas de nuevo y me des tiempo para mirar a mí alrededor, y luego quiero que publiques.

Lo miro fijamente conmocionado hasta el punto de no poder moverme. —¿P-publicar? —Por Dios, Taehyung. Eres más fuerte que esto. No tartamudeas. No te echas atrás.

Todavía estoy luchando en mi guerra interior cuando me responde: —Sí. Publicar.

—¿Y cómo sabes que no lo he hecho? —Pregunto, siendo todo lo difícil que puedo porque así soy.

Ladea la cabeza, molesto conmigo, pero aún con cuidado. —Porque apenas puedes mirar tu teléfono incluso cuando no está encendido.

Maldito sea. Lo agarro y la pantalla se ilumina, pidiendo mi contraseña. Giro la pantalla hacia Jin. —Está encendido.

No se molesta en discutir conmigo ni en lidiar con mi actitud, lo que sólo me irrita más. —Desbloquea.

—No me mandes. —Es todo lo que digo. Necesito tener el control.

Lo deja pasar. Más o menos. —Si te digo por favor, ¿me lo enseñas? —Su tono es juguetón, pero sus ojos son serios.

Pongo los ojos en blanco, pero me tiembla la mano al agarrar el teléfono. Lo desbloqueo rápidamente y se lo doy. Lo observo mientras explora mi posesión más íntima. Ese teléfono lo tiene todo. Todas las redes sociales. Acceso a mi cuenta bancaria, aunque la contraseña no se guarda en él, así que la necesitaría para acceder. Sin embargo. Tiene toda mi vida encerrada en un rectángulo negro.