La mente de Victoria era un torbellino de pensamientos mientras regresaba a casa esa noche. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Jerónimo besándola apasionadamente.
¿Era posible que fuera más que un simple sueño?
O
¿será una señal?
Al llegar a casa, Enrique la recibió con preocupación al notar la expresión distraída en el rostro de Victoria.
E: Mi vida, ¿estás bien?
V: Sí, tranquilo. Solo necesito un baño para relajarme un poco.
E: ¿Estás segura de que estás bien?
V: Sí, en serio. (Le da un pequeño beso y se retira).
Al día siguiente, en la oficina, Jerónimo sorprendió a Victoria al presentarse con una taza de café.
J: Buenos días, señora Victoria. Me tomé el atrevimiento de traerle un café. Espero que le guste.
V: (sin verlo a la cara) Gracias. Tome asiento. Necesito que revise estos expedientes; los necesitaré dentro de un par de días. Si gusta, puede ocupar el escritorio de enfrente.
J: Sí, señora. (Se va a su escritorio, sin dejar de mirarla. La noche anterior, había tenido el sueño más increíble de su vida, donde él y Victoria compartían un amor apasionado).
V (pensando): ¿Cómo es posible? Jerónimo es como un hijo para mí, pero es tan guapo. No, no, no. Sácatelo de la cabeza. Concéntrate en el trabajo.
J: Señora Victoria, ¿podría acercarme un momento? Por favor, hay una parte que no entiendo.
(Victoria asiente)
J: (se levanta y se pone de pie inclinado en el escritorio al lado de la silla de Victoria, demasiado cerca, de hecho).
Victoria gira para ver el documento, quedando muy, muy cerca de Jerónimo, tanto que podían sentir la respiración del otro.
En un instante, Jerónimo, sin pensarlo, toma a Victoria de la nuca y la besa en un beso apasionado que ella corresponde. Victoria gimió al sentir como Jerónimo la acariciaba y la acercaba más a él tomándola de la cintura, ninguno podía más estaban cegados por el placer. Con pasos torpes se dirigen a la cama más cercana que encontraron, Victoria no lo podía creer su sueño del día anterior se estaba haciendo realidad, estaba entre los brazos de aquel hombre que era el causante de su confusión.
En un momento de lucidez Victoria, aturdida, se aparta de inmediato.
V: ¡Jerónimo, esto no puede ser!
J: Lo siento, señora Victoria, no sé qué me pasó. No debería haberlo hecho.
V: (tratando de recuperar la compostura) No puede volver a ocurrir, Jerónimo. Esto es inapropiado y completamente fuera de lugar.
Jerónimo, avergonzado y arrepentido, asiente y vuelve a su escritorio. La tensión en la oficina ahora era palpable, el incidente entre Victoria y Jerónimo dejó una sombra en la oficina. Ambos trataban de enfocarse en sus tareas, pero la tensión entre ellos era innegable. Victoria, luchando con la confusión y la culpa, intentaba mantener una distancia profesional.
Días después, durante una reunión de trabajo, Jerónimo tomó la iniciativa de disculparse.
J: Señora Victoria, quiero disculparme sinceramente por lo que sucedió. Fue un error, y entiendo si desea tomar medidas disciplinarias.
V: (con seriedad) Jerónimo, esto no puede repetirse. Necesitamos mantener una relación estrictamente profesional. No podemos permitir que asuntos personales afecten nuestra dinámica laboral.
J: Entiendo, señora Victoria. No volverá a ocurrir.
A pesar de las disculpas, la tensión persistía en el ambiente. Victoria, por su parte, se esforzaba por encontrar una solución que protegiera tanto su matrimonio como su reputación profesional.
Mientras tanto, en casa, las tensiones financieras de Enrique alcanzaron un punto crítico. Victoria, inmersa en sus propias luchas internas, no era plenamente consciente de la gravedad de la situación.
E: Victoria, necesitamos hablar.
V: Sí, Enrique, dime.
E: La empresa está al borde de la quiebra. Necesitamos tomar decisiones difíciles.
V: ¿Qué sugieres?
E: Necesitamos reducir gastos. No veo otra salida.
V: (preocupada) Enrique, lo que sea necesario para salir adelante, lo haremos juntos.
En lugar de vender la casa, Victoria sugirió ajustar el estilo de vida y buscar soluciones alternativas.
Sin embargo, algo empezó a crecer en victoria, una sospecha de infidelidad por parte de su esposo, ya que Enrique pasaba horas en la oficina y desaparecía los fines de semana alegado que tenía mucho trabajo, después regresaba extremadamente contento, al principio esto le pareció una buena señal, pero en cuanto ella aparecía el cambiaba su semblante y eso la hizo empezar a sospechar.
Una tarde, al revisar las cuentas, encontró recibos y mensajes extraños que despertaron sus temores.
V (pensando): ¿Podría ser que Enrique tenga una amante? ¿Es esta la razón de sus desapariciones frecuentes?
Decidida a obtener respuestas, Victoria enfrentó a Enrique con sus sospechas.
V: Enrique, he notado cosas extrañas últimamente. ¿Hay algo que no me estás diciendo?
E: (evitando la mirada) Victoria, son solo presiones laborales. No hay nada de qué preocuparse.
Aunque Enrique intentó tranquilizar a Victoria, la semilla de la duda ya estaba plantada. La relación entre ambos se volvía más frágil con cada secreto guardado, y en la oficina, la línea entre lo profesional y lo personal se desdibujaba cada vez más.
El destino, como un jugador caprichoso, les tenía preparadas sorpresas que desencadenarían pasiones prohibidas y secretos aún más profundos...
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Amor eterno
RomanceLa vida te pone a muchas personas en tu camino pero solo las correctas permanecen en el.....