Extra

2.1K 115 9
                                    

Chiara

El arte de saber escuchar

La puerta de embarque se abre dejándome ver a un cúmulo de gente en el aeropuerto. Ruslana y Bea caminan a mi lado, bromeando sobre algo que ha pasado durante el vuelo y riéndose de alguna que otra anécdota de la gira, pero yo no les hago mucho caso. Estoy tan cansada, que solo necesito llegar a casa.

—¡Mami! —Escucho un grito a lo lejos de una voz que conozco demasiado bien, y para cuando quiero darme cuenta, siento un pequeño cuerpo chocando contra mis piernas.

—Hola, mi amor —murmuro soltando las maletas y agachándose rápidamente para abrazar a mi hija de cinco años.

—Mami te he echado mucho de menos.

La cojo en brazos, y ella me pone sus diminutas manos en las mejillas para darme un beso en la punta de la nariz, como llevo haciendo yo con ella desde que nació.

—Yo a ti también, cariño.

Sonríe, con los ojos achispados y un hoyuelo precioso en la mejilla derecha.

Aparto los ojos cuando siento una tercera presencia a nuestro lado, es Violeta, que me mira con la misma sonrisa que Olivia y sosteniendo al pequeño Lucas en brazos, que al verme, sonríe con esos ojos verdes enormes que tiene y se lanza a mi.

Hago maniobras para sostenerlo en mis brazos sin soltar a Olivia, y una vez tengo ambos cuerpos sujetados contra el mío, Lucas apoya la cabeza en mi hombro y suelta un suspiro de alivio que me derrite el corazón por completo.

—Hola —le digo a mi mujer.

—Hola —responde con una pequeña risa tonta antes de agarrarme del jersey y darme un beso en los labios.

—¿Vamos a casa?

Asiente con  la cabeza, agarrando las dos maletas que estaba cargando, y caminamos hacia el parking después de despedirnos de Bea, Rus y sus familias.

Veo cómo abre el maletero del coche y carga la maleta pequeña antes de dirigirse a la grande.

—¿Puedes? —pregunto aún sin soltar a ninguno de nuestros hijos.

—Sí, tranquila.

—Ten cuidado, acabas de...

Deja la maleta en el maletero y se gira a mirarme con una ceja alzada.

—Chiara Oliver, como me repitas una vez más que acabo de parir teniendo a tu hijo de un año en brazos te...

Suelto una carcajada, que a Olivia le hace gracia, y dejo un beso sobre la frente de mi mujer, antes de dejar a Lucas en la silla para bebés, mientras Violeta hace lo mismo con Olivia. Cuando nos encontramos junto a la puerta del conductor, me da un abrazo de esos que curan el alma.

Más tarde, cuando llegamos a casa cerca de las siete de la tarde, juego un rato con los niños mientras ella pide a domicilio la cena, y juntas les cambiamos de ropa y los acostamos cuando terminamos de cenar y ver una película en familia.

—Estoy deseando tumbarme en la cama —digo entre medio de un bostezo cuando salimos de la habitación de Olivia.

Veo de reojo cómo sonríe, pero en vez de seguirme hasta la habitación, me agarra la mano y me tumba sobre el sofá antes de tumbarse encima de mí, con esa sonrisa dulce que siempre ha tenido.

—Hola —dice con un tono de voz infantil.

—Hola.

—Te he echado de menos.

—Y yo a ti, mucho.

—¿Los niños te han dado mucha guerra? Siento haberte dejado sola, pero no volverá a pasar. Por lo menos no en mucho tiempo.

—Tranquila, hemos estado bastante tranquilos. Tus hermanos pasaban mucho por casa para jugar con ellos, y me ayudaban cuando no podía recogerlos del colegio por el trabajo.

—¿Se han portado bien?

—Por supuesto, se parecen más a mi que a ti. No sé qué sería de mí si fueran los dos tan hiperactivos como tú.

Me río de su comentario que sé que no lleva ni una pizca de maldad, y asiento con la cabeza.

—¿Cómo llevas el libro?

—Bastante bien, pero no se compara al primero.

—Estoy segura de que es perfecto.

Sonríe, como llevo haciendo yo desde que la he visto aparecer en el aeropuerto, y se tumba sobre mi pecho en la misma posición que la tarde de nuestra reconciliación. Yo le dibujo corazones imaginarios y claves de sol en la espalda, permitiéndome disfrutar del aroma a hogar que siempre me ha desprendido, y de la sensación de sus labios sobre mis clavículas.

—Lo hemos hecho bien, ¿no? —pregunta después de un rato.

—Sí, hemos sabido hacerlo bastante bien.

Me mira a los labios, y yo la beso con todo el cariño que le tengo, con el que le tuve y con el que me queda por tener.

No he tenido una vida fácil, pero no cambiaría ninguno de los días por nada del mundo, si al final del día, mi vida iba a resultar tan buena.


No tenía pensado subir un extra pero bueno aquí lo tenéis ;)

De nuevo, mil gracias por el apoyo <3

Pronto más y mejor.

-Irati.

Lo que gritan los silenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora