Bestia sedienta

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La familia Lan desayunaba reunida a las seis de la mañana como cada amanecer, en total silencio, sin embargo, ese dia Lan XiChen decidió romper el hielo.
— ¿Cómo ha estado su madre? —
Los tres jóvenes alzaron la mirada de sus platos.

YuèLiàng respondió.
— Se supone que está prohibida la plática durante la comida —
Lan XiChen sonrió.
— Hoy no estamos en casa, además están con el líder de su secta, tengan por seguro que nadie recibirá un castigo —

XiùYīng apretó el puño en su manga, durante su corta estancia en los recesos de las nubes había recibido ya más de treinta castigos impartidos por Lan QiRen así que no le hacía gracia el chiste.

TàiYáng notó su incomodidad y sostuvo su mano dándole apoyo para después hablar.
— Nuestra madre parece tranquilo, creo que él y el líder Jiang serán padres —
La sonrisa de Lan XiChen disminuyó bastante pero se mantuvo.
— Me alegro por ellos —

El desayuno continuó en silencio después de eso.

Finalmente Lan XiChen salió de la habitación y los tres jóvenes se quedaron a solas.

XiùYīng fue el primero en romper el silencio.
— Zewu-Jun es muy amable pero también es ingenuo. Mi madre solía describir a mi padre con su personalidad, siempre con una sonrisa, siempre esperando lo mejor... cuando conocí a mi padre, no fue tan diferente aunque había una clara distancia en sus personalidades. Mi padre es firme, decidido, imponente, Zewu-Jun es amable, condescendiente y hasta un poco frívolo —

TàiYáng acarició su cabeza.
— No podría afirmar o negar alguna de tus palabras, lo cierto es que a Zewu-Jun casi no lo conocemos, hemos intervenido un total de tres veces cada uno durante toda nuestra vida para que saliera de reclusión, está es la ocasión en la que se ha mantenido fuera por más tiempo y también lo estamos conociendo, pero tal como dijiste, padre es más decidido y firme en lo que desea —

YuèLiàng se recostó en el piso mirando el techo como una forma que se podría interpretar como berrinche.
— ¿Creen que algún día veremos de nuevo a nuestro verdadero padre?, el otro —
Sus hermanos se mantuvieron en silencio intercambiando miradas.

Jin GuangYao había ido a visitar a su cuñada, ahí, su sobrina estaba siendo peinada por las sirvientas mientras él tomaba el té con YanLi.
— ¿Y como ha sido la vida estos meses, A-Yao? —
No respondió, su mirada estaba fija en la Nana que cuidaba de su sobrina, por su mente las preguntas se acumularon, ¿cómo había sido el crecimiento de su propia hija?, ¿alguien la peinó?, ¿fue XiChen?, ¿o ella misma debió aprender a hacerlo?

— ¿A-Yao? —
LianFang-Zun enseguida salió de su estupor.
— ¿Perdón? —
YanLi sonrió y sostuvo su mano.
— ¿Los extrañas mucho? —
A-Yao suspiró para después beber su té.
— No puedo pensar demasiado en tantas cosas, ¿sabes a qué hora podría hablar con ZiXuan?, necesito tocar un tema importante con él —

Jiang YanLi sonrió amablemente pero A-Yao sabía que había lastima en sus rasgos, lastima por él, por estar lejos de sus hijos.

No soportó estar más tiempo ahí así que salió al jardín para quitarse el bochorno y tomar algo de aire, entonces, ahí, en lo más recóndito de la torre Koi pudo ver a su querido dìdi, Jin XuanYu, besando a Nie HuaiSang, enseguida se escondió para no ser atrapado.

Era obvio que no querían ser descubiertos. Dentro de sí agradeció está nueva carta a su favor. Entonces, la pareja entró a la habitación que presumiblemente pertenecía a XuanYu, Jin GuangYao no se acercó, había suficiente tiempo.

Meng Shi entró a la oficina de Ling Wen.
— Buen día —
La diosa se giró después de dejar un rollo en un estante.
— Ah, perfecto, necesito que visites cinco nuevos templos, no se han abierto más, solo tienes que visitarlos y dejar una peonía blanca, así los oyentes sabrán que Guanyin los escucha. En los últimos años las personas no son tan fieles a las tradiciones y han dejado muchos templos en los olvidos así que debemos agradecer a los nuevos —

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