2

28 3 0
                                    

Kiara Fleming

Hoy era un nuevo día, en esta vida de mierda.

Los Stein fueron el tema principal desde que entre nuevamente al instituto.

—¡Leigh!—Maria, una de las amigas de mi hermana, se nos acercó corriendo.—Que el Altísimo este contigo.— Tomo su mano.

—Que así sea.— Respondió ella.

—Tenemos que hablar— Ya sabía por dónde iba la conversación así que comencé a alejarme lentamente. En espera de que no me notará.—¿Estuviste en el entierro ayer? ¿Es verdad que las mujeres de la familia fueron de rojo al funeral? ¿Incluso con maquillaje?— Justo en ese momento, cuando mi hermana estaba por contestar, tropecé con mi pie y caí al suelo.—¡Oh, Kiara, no te había notado!— Mierda.

—Ah, Hola..— Dije, esperando que no me preguntara nada ni me dijera nada, no estaba de humor para fingir perfección frente a ella también.— Yo, estaba por irme, tengo cosas que hacer.

—¿Que? Pero si acabas de llegar. Además, tengo preguntas que hacerles.

Doble mierda.

—Oh, está bien— Le di mi mejor sonrisa falsa y me levanté, sacudiéndome el trasero de la falda larga que llevaba puesta.—¿Que preguntas?

—Los chicos Stein... ¿Son atractivos?— Pregunto en un susurró, como si la sola mención de la palabra fuese un delito.

—Maria..— Reprocho Leigh.

—Tranquila, Leigh, es solo curiosidad, ¿verdad?— María asintió.

—Son atractivos, pero, no lo sé, no me dan buena espina.— Sentenció Leigh como si supiera algo que yo no sé. Pero eso es imposible, ella es la que no sabe nada.

—Nada de esa familia de la buena espina, el misterio, y como irrespetan nuestras costumbres abiertamente.. Escuché que hicieron uno numerito en uno de los supermercados también, es como si estuvieran retándonos.

Leigh se quedó un momento en blanco, hasta que le di una palmada en el brazo derecho.

—Bueno, al parecer los hijos Stein comienzan la semana que viene.

Si, eso ya lo sabía.

—¿Y como sabes eso?— Pregunto Leigh con expresión juzgadora.

—Soy María, dueña de la chismorreria.

— ¿Dijiste eso en rima?—Pregunto mi hermana, incrédula.

Luego de eso, deje de prestar atención.

Paso la clase y finalmente salimos del aula. Pero cuando estábamos en el pasillo, nos encontramos con Natalia y Jessie.

Natalia solía ser mi mayor mejor amiga, con ella nunca tuve que ser perfecta ella era todo para mí. Pero el año pasado, nuestra amistad llegó a su fin por culpa de un chico: Rhett.
Natalia y Leigh estaban locas por el, pero el no las quería, me quería a mi. Y a pesar de que era un chico muy atractivo, extremadamente atractivo, lo rechacé. Mi amistad con Natalia era mucho mayor que cualquier romance. Pero aún así, ella se alejó. Me dolió tanto que caí en depresión. Y fue de las etapas más duras que pase. Y desde entonces no he sentido nada. Desde entonces deje de sentir los latidos desenfrenados de mi corazón al ver a Rhett, o a cualquier otro chico. Simplemente deje de sentir todo lo que cualquiera debería sentir.

Vi que ellas estaban molestando a Leigh sobre lo largo de su falda y entonces yo me interpuse.

—Chicas, pueden irse, yo me encargo de esto.— Mi tono helado sorprendió a María, pero Leigh solo me dirigió una mirada preocupada.

Secretos hasta tumba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora