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Kiara Fleming

La cara de Leigh al ver a Natalia en casa, no tenía explicación.

Era una mezcla de confusión, mezclada con extrañeza y desilusión.

Creo que estaba decepcionada de que yo hubiera caído tan bajo.

Pero no me importo, creo que ya nada de lo que involucre a este pueblo me importa.

Luego de cenar, Natalia y yo nos dirigimos hacia la casa de los Stein.

-Agáchate.- le indique a Natalia al pasar por al lado de la ventana de madre y papá.

Natalia tenía unos jeans y una franela escotada que hacía que sus pechos lucieran más pronunciados. No tanto como los míos, pero era algo.

Yo llevaba una falda rosa por debajo de las rodillas y una camisa de color negro, junto con unas botas del mismo color que la camisa que me llegaban hasta las pantorrillas. Mi cabello estaba atado en una perfecta cola de caballo justo por encima de mis orejas, el mismo me llegaba hasta las caderas.

El jardín delantero de la casa de los Stein era simplemente hermoso, con una fuente en medio que tenía una estatua peculiar de un ángel con su mano extendida hacia arriba, como si quisiera alcanzar el cielo, con sus alas rotas a sus pies.

Un ángel caído, gran elección.

Estaba segura de que ese diseño lo había elegido Mila, había leído su historial. Esa mujer guardaba muchos secretos, pero, ¿Cómo podía juzgar la? Yo también lo hacía, al igual que todo el pueblo.

Recordé a Heist, también había leído su historial, el de toda su familia en realidad. Sabía que tenía tres hermanos biológicos y un buen par adoptivos. También sabía que su familia no era solo compuesta por un hombre y una mujer.

Oh, no.

Era compuesta por tres hombres y una única mujer.

Heist me intrigaba, me hacía querer saber más sobre el; porque presentía que su historial no le hacía honor a su persona. Además, el era muy, pero demaciado, atractivo. También era enigmático y arrogante, y hablaba como si lo supiera todo. Pero no, no estaba para nada cerca de saberlo todo.

Natalia tocó el timbre, acomodando sus pechos y yo solo me pude reír en voz baja.

La señora Mila abrió la puerta, elegante como siempre y con un vestido negro que se ajustaba perfectamente a su figura, su cabello rubio en un moño trenzado extremadamente perfecto. Esa mujer era sin dudas muy atractiva.

Toda su familia era muy atractiva.

Si fuese por mi me los follaria a todos.

Dijo esa voz en mi cabeza, yo solo pude asentir mentalmente por esas palabras.

-Oh, Kiara- Me extraño que recordara mi nombre.- No esperaba que vinieras, pero me alegra mucho.

Natalia me dirigió una mirada de pocos amigos, que gritaba "¿No que no los conocías? Mentirosa", antes de extenderle su mano a Mila.

-Mucho gusto, soy amiga de Kiara, Natalia.

Mila examinó su ropa y pareció sorprenderle que alguien del pueblo se vistiera así. Y no la culpaba, era inusual que alguien lo hiciera.
Ella nos sonrió.

-Bienvenidas, chicas, pasen. Gracias por venir.

Entramos y casi abro mi boca de lo hermosa que era esta mansión, lucía como de otro mundo. Había un candelabro de cristales inmenso en medio de la sala, una escalera ondeada a lo largo de un lado de los escalones de madera bien pulidos. Los cuadros, las paredes, los bordes de la chimenea hermosa y las decoraciones eran una combinación de dorado con blanco muy distinguida.

Secretos hasta tumba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora