[C4]

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-Entonces... ¿No piensas huir?- Un joven príncipe, algo conmocionado por el relato de Bardock, parpadeó un par de veces para luego ponerse firme y determinar cuáles serían las siguientes acciones del saiyan que tenía delante.

-¿Y de qué serviría hacer semejante cobardía? Me enfrentaré yo mismo a los problemas que pueda provocar en un futuro por culpa de mi estupidez.- Y algo hizo que esa palabra no sonara tan convincente como lo creía pensado. 

Al fin y al cabo eso era lo que había hecho; una GRAN estupidez. No podía remediarse, pero si apaciguar esa culpa dándole al principe, indirectamente, una oportunidad de agrandar su escuadrón.

Vegeta esperaba ansioso a lo siguiente que podría decirle Bardock, y no porque algo de lo que saliese de su boca le fuera a interesar, sino que, el dolor repentino de esa mañana no dejaba de molestarle; todo era un constante agobio.

-Te ofrezco el servicio de Kakaroto.- Y al levantar la cabeza, el mayor se percató de los ojos ensombrecidos del pequeño.

-¿Cómo?- "¿Eso me ofreze para remediar una simple travesura? ¿Un guerrero tan de clase baja como la persona que tengo delante?" Añadió para sus adentros, sin molestarse siquiera de sopesar lo que le estaban diciendo.

-Sé que no haría gran diferencia teniendo en cuenta tu nivel de poder, pero todo sayian tiene su propio valor y creo que Kakaroto puede evolucionar rápidamente si está a tu lado. Incluso le puedes encontrar algo de utilidad ¿No te parece?- Hablar así de su hijo lo mareaba un poco, parecía intentar vender la posesión que menos calidad tenía por un precio que ni se le acercaba, y esto no era cuestión de engañar al principe, sino de devolverle un favor.

-Mmm... no estoy seguro.- Pero una sonrisa diabólica, apartada de cualquier dolor de su cuerpo, se presentó en su joven rostro. Sin siquiera percatarse de que Bardock se estaba arrepintiendo de su idea.- Pero está bien.

[...]

Kakaroto seguía ensimismado mientras contemplaba estupefacto una ilera completamente abarrotada de cuadros antiguos. ¿Serían acaso todos los ancestros del príncipe?

Y a juzgar por esos rostros tallados por un aura superior y el ceño claramente fruncido diría que sí, que había encontrado el vivo recuerdo de un pasado desconocido y que no tenía ganas de conocer. Así que, tan pronto como pensó entrar en esa peculiar sala, se dijo que volviera sobre sus pasos y largarse de allí cuanto antes. Ya había aguantado suficiente por hoy.

Sin embargo, algo lo detuvo, algo iluminado por la única ventana del cuarto, de la que apenas emitía luz. Un cuadro mucho más grande que el resto, con sus cortinas color granate medio abiertas o medio cerradas, la claridad iluminaba perfectamente un pequeño y hermoso rostro cuyas facciones parecían ser completamente diferentes a la persona que estaba hablando con su padre.

-¿Sería porque todavía era un bebé?- Murmuró con un tono ajeno a la molestia, su enfado se había apaciguado.

Y se quedó embobado mirando tan obra maestra que ni se percató de los pasos, que hacían eco por el pasillo, se acercaban firmes y sigilosos a la sala donde se encontraba.

Un silencio tenso y aterrador pasó desapercibido por los ojos clisados de Kakaroto.

-¿Qué haces aquí?- Esa extraña voz que se desmedía entre la calma y la firmeza, le dio escalofríos, desde el coxis hasta el cuello.

-¿Eh?- La pregunta anterior solo hizo que despertara del tranze, sin asustarle, sin alterarle, pero sí sorprenderle de una manera que no le gustaba.

Ahora podía ver perfectamente la diferencia entre ese recién nacido que se apoyaba balanceándose en el regazo de su madre y en el niño engreido que se posicionaba delante suyo haciendo una mueca rápida con la boca para volver a escudriñarle con la mirada.

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⏰ Última actualización: Mar 20 ⏰

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.-"CARTAS AL GRAN REY"-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora