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Claire suspiro entrando al auto, bajando su mirada a su hinchado vientre, sonriendo ante la fuerte patada que sintió.
Había creído perder al bebé ante el realismo de su memoria en esa pesadilla, incluso podia recordar la sensación del dolor con solo cerrar los ojos.
Mordió su labio tragandose el nudo en su garganta, limpiandose rápidamente una lágrima que se le salió.
— No pasó nada… no pasó nada… — susurro respirando hondo, tratando de calmar el acelerado latido de su corazón al recordar toda la sangre— Estamos bien… estaremos bien…
La puerta trasera siendo abierta le sacó un respingo, aliviandose cuando escucho a Kate quejarse por no poder quedarse más
— ¡Aquí si había luz!
Claire sonrió, borrando cualquier rastro en su rostro de lo afectada que aun se sentía
— Sabes que no nos podemos quedar aquí por siempre
En respuesta, Kate solo soltó otra queja.
Habían cargado lo más posible en comida, medicinas y todas las balas. Claire tenía su arma en su chaqueta y un cuchillo en la pantorrilla y otro en la mochila- demanda de Clint.
Era hora de partir, y por lo tanto, hora de dejar un refugio que había caído de maravilla al ser un minisúper.
Tenía los pies sumergidos en un montón de empaques de comida rápida y sopas instantáneas. Querían cargar lo más posible, así que si debía hacerlo, se metería comida hasta en los pantalones
— ¿Listas? — pregunto Clint entrando al asiento de conductor, oliendo a jabón y shampoo de menta, ya que venía recién salido de la ducha
No sabían cuando es que podrían volver a asearse.
— Listas— contestó Claire por ambas
— Oh, Claire, ten, encontré estás— Clint le extendió un frasquito de píldoras, uno que la castaña tomó dudosa—: píldoras prenatales— aclaró
Claire miro el frasquito y luego a Clint, sintiendo el pecho apretado y el corazón acelerado. No sabía si eran sus hormonas, o si estaba sensible por su pesadilla, pero sintió el corazón frenético ante la idea de que el se preocupara tanto por ella y su bebé. Ni siquiera su esposo lo había hecho.
Dio una sonrisa tensa y desvío la mirada, volviendo a poner sus manos en su vientre
— Gracias— apenas y dijo, ya que la voz aun no le regresaba del todo
