Historia Extra parte 3: Reporte Atrasado

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Un nuevo reporte llegó a la computadora de Atlas, quien lo observó con curiosidad. No hace mucho se confirmó que su solicitud de prueba de ascenso para la recluta Andra había sido aceptada, pero no pensó que tan pronto habría noticias al respecto. Sin embargo, la realidad fue sorprendente cuando leyó el subtítulo del informe: "Recluta considerado muerto se reporta tarde".

"Increíble", murmuró para sí mismo.

A pesar de su agenda ocupada, sentía la necesidad de averiguar más sobre este asunto. El informe detallaba cómo había fallado la misión en el Monte Moon, confirmando la historia de Andra sobre su enfrentamiento contra el desconocido de Rojo. Narraba también cómo el Alto Rango Frank había sido derrotado por el intruso junto con todos los reclutas, incluido él mismo. Este informe esclareció varios vacíos dejados por los reportes incompletos de Frank e imprecisos de Andra, confirmando finalmente que ambos habían enfrentado al individuo de Rojo.

Sin embargo, lo que más llamó la atención de Atlas fue lo que seguía en el informe. Sin forma de verificar sus palabras, relataba cómo, al intentar curar a sus Pokémon en el Centro Pokémon más cercano, fue asaltado por los Zubats de la cueva. Cayó en un agujero y perdió el conocimiento. Al despertar, se dio cuenta de que no tenía sus Poké Balls, pero estaba siendo cuidado por un Paras. Atlas pensó que algún niño podría haberse llevado las Poké Balls, considerando al recluta Raco bastante afortunado por solo haber perdido eso y no haber sido encontrado por la policía de Kanto. Finalmente, logró salir y capturó un Paras con una Poké Ball regalada.

Sin embargo, lo que seguía en el informe parecía más una narración de las experiencias del recluta en la cueva que un reporte claro y objetivo.

Después de abandonar el Centro Pokémon a altas horas de la noche, intentamos encontrar una ruta para regresar a Ciudad Celeste. Sin embargo, nos vimos abrumados por los agresivos Zubats en la cueva y nos vimos obligados a regresar al Centro Pokémon con la vergüenza de no haber logrado encontrar el camino de regreso a la base.

El primer día resultó ser el más difícil. Tuve que pasar hambre mientras mi Paras se alimentaba de raíces. El agua no era un problema, ya que encontramos una fuente en la cueva que podíamos usar para beber, pero la falta de comida era preocupante. Justo cuando la idea de pedir algo de comida en el Centro Pokémon se volvía tentadora, escuchamos un rumor por parte de un anciano que hablaba con la enfermera del turno diurno.

"¡Te lo digo! Desde el último ataque, la policía ha estado más alerta. Escuché que prepararon una patrulla y que esta noche vendrán a examinar la zona en busca de algún rastro de los Rockets".

"Sé que han visto más Rockets recientemente, pero..." La enfermera vaciló ante la afirmación del anciano. "No creo que haya una base Rocket aquí. Incluso si ha aumentado la cantidad de Rockets que han venido, tal vez hayan perdido algo importante y lo están buscando".

"¡Pues que bueno! Así los policías podrán encontrarlo antes que ellos, y con algo de suerte dejarán a los Rockets que buscaban bien tiesos". La enfermera no pudo dar una opinión al respecto como trabajadora de la salud, y de todos modos no iba a servir. Por mi parte, me alarmó mucho. Aquí en la zona no había muchos lugares para esconderse, así que con todas las implicaciones que eso conllevaba, tomamos la decisión de ocultarnos y dormir en la cueva.

De alguna manera logramos pasar la noche, evadiendo a los policías aprovechando la oscuridad de la cueva, dando inicio al segundo día. La gente había empezado a volver a la cueva; al parecer, ese era el último día de patrulla contra los Rockets, ya que no habían logrado encontrar nada relacionado. La gente, por otro lado, era levemente mejor que los policías. Algunos me confundían con un civil, por lo que me dejaban ir, pero otros me reconocieron como Rocket y tuve que enfrentarlos. Algunos, convencidos de que no era un Rocket, ya sea porque resulté ser fuerte o porque llevaba un Paras en el equipo en vez de algún Pokémon emblemático de la organización, suponían que habían juzgado mal y me dejaban ir. Sin embargo, cuando no se lo creían, tenía que escapar, sabiendo que había chances de que una patrulla volviera a la cueva. Aun así, no podía negar que la existencia de hongos en la cueva parecía un regalo del cielo. Un regalo desabrido y tedioso de encontrar, pero que nos alimentaba al fin y al cabo.

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