Capítulo O3

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El celular de Jungwon fue lanzado con el tino perfecto para caer entre los cojines de la cama de Sunoo.

Como era de suponerse, el video de su caída ya circulaba por las redes sociales, con distintos ángulos y perspectivas de la gente que grabó el momento exacto en que se suscitó el siniestro.

Era obvio que pasaría, las personas amaban entrometerse, burlarse de los errores ajenos. Y mierda, él no era de piedra, claro que se sentía mal al leer los comentarios malintencionados.

—Todo esto es culpa de Jay —masculló entre dientes, caminando de un lado a otro en la habitación—. Siempre lo arruina.

Sunoo suspiró, sacando una toallita desmaquillante del empaque.

—Olvídalo, ¿quieres? No te enfrasques —aconsejó, frotándose la mejilla para remover la pintura facial—. Fue una tonta coincidencia.

—No es así, ¿no te das cuenta? —instó, mirándolo a través del espejo que poseía el vanity—. Tenía mucho tiempo que no me caía en un show, casi tres años. ¿No es sospechoso que justo hoy que él estaba ahí, volvió a suceder?

Tenía un punto a su favor, estaba seguro de que Jay había hecho algo con sus poderes de subnormal.

—Es curioso, pero vamos, ¿no dices qué tú no crees en esa mierda de la hechicería? —arqueó la ceja, pausando la limpieza de su cara—. Además, dijiste que en tu ensayo también te resbalaste quizá todavía no dominas el doble salto mortal...

La mirada de rabia que el castaño de ojos zarco recibió, le perforó hasta el alma.

No era su intención llevarle la contraria a Jungwon, pero honestamente, se estaba aburriendo de sus quejas.

—¿Insinúas que yo soy el culpable?

Sunoo arrugó la unión de las cejas, ¿la pregunta iba en serio?

—Pues... ¿sí? —habló con una mezcla de ironía y consternación—. Tú te caíste, si tú no eres el responsable, ¿quién más?

—Te estoy diciendo que fue Jay —gruñó, cruzando los brazos—. ¿Ahora lo defiendes?

—¿Qué?

—¿Lo prefieres a él como amigo? —era un experto en dramatizar—. ¡Véndeme y cómprate un Jay, anda!

Por el amor de Dios.

El chico se carcajeó sin medida, no podía creer el teatro que su mejor amigo armaba solo por no compartir el mismo pensamiento.

—Oye, ¿todo bien en casa? —se mofó, retomando la actividad de retirarse el maquillaje—. Creo que se te botó una tuerca, búscala, debe estar tirada por ahí.

Las rabietas del menor eran fabulosas, lo hacían reír a más no poder y él, era el único que tenía derecho a jactarse de la situación sin obtener una mala contestación o un insulto a su labor.

—¡Ya basta, Seonwoo! —Jungwon refutó, tumbándose en el pequeño y cómodo puff—. Esto es muy serio, soy el hazmerreír de todo el puto circo.

—Yo creo que estás exagerando.

—¿Sí?

—Ajá, no de todo el circo, solamente de los que vieron tu acto.

El trapecista rodó los ojos y desde su bendecido lugar, le mostró el dedo corazón.

—Te desprecio.

—Gracias —le arrojó un beso por medio del reflejo—. Siempre tan caritativo.

—Vete al carajo —indignado, se tronó los huesos de los dedos izquierdos—. No sé porqué me molesto en venir a verte, siempre eres tan irritante.

𝙄𝙏'𝙎 𝘼𝙇𝙇 𝘼𝙉 𝘼𝘾𝙏 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora