Capítulo O6

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Los labios de Jungwon eran sorprendentemente suaves, casi tan delicados como el puto pétalo de cualquier flor.

Tenían un sabor a fresa o cereza, Jay no distinguía con exactitud la fruta pero ahí estaba el toque dulzón y agradable en sus papilas gustativas, algo que nunca en su vida imaginó probar.

Y es que la situación era inconcebible, no tenía ni la más remota idea de cómo había terminado así, con unos dedos jalándole los cabellos de la nuca mientras una lengua tibia se abría paso en su boca, toqueteando la suya y arrasando con toda la coherencia que le restaba.

Sintió la desesperación, la impaciencia que aquel inesperado beso transmitía, era un ansia perceptible que se resumía a frecuentes mordidas y a una mezcla de lametones insistentes.

Párpados caídos, respiraciones pausadas y un aumento de temperatura que estaba nublando la razón de Jay.

Le costó entender lo que sucedía, estuvo a punto de rendirse, de perderse en la cintura del trapecista al tener el impulso de sujetarlo con ímpetu...

Por fortuna, reaccionó.

Abrió los ojos en un momento de lucidez y actuó por instinto, colocando sus manos sobre el pecho de Jungwon para empujarlo hacia atrás con fuerza. Lo hizo tambalear, sus pies se enredaron hasta el punto de orillarlo al tropiezo y causó que su trasero impactara sin amortiguación en el piso.

—¡¿Qué carajo te pasa?! —el castaño protestó, tocándose la espalda baja—. ¡¿Por qué me aventaste?!

Se miraron, los dos tenían un divino color carmín en los labios.

—¡¿Qué me pasa a mí?! —contrarrestó. Los músculos de su cara se congelaron—. ¡Yo soy quien debe hacer esa pregunta!

Él había sido la víctima, tenía todo el derecho de cuestionar y de realizar los reclamos que le vinieran en gana.

—Eres un bruto —por el contrario, Jungwon recriminó al levantarse—. Tendré que cambiarme por tus tonterías.

Su bonito jogger se había manchado de tierra, tenía polvo por todas partes.

—¡¿Mis tonterías?! —sin duda, a Jay le iba a dar un maldito ataque—. ¡¿Por qué diablos me besaste?!

Le urgía una respuesta lógica.

—¿Lo hice?

No obstante, su pregunta fue devuelta con vacilación.

—¡Hasta me mordiste! —graznó, escandalizado.

—Mhn, ya.

Serenamente, Jungwon intentó quitarse la suciedad de los pantalones barriendo la tela con su mano extendida.

El ojo de Jay sufrió un tic nervioso, ¿por qué era el único que estaba descolocado?

—Tú si estás demente, de verdad —se presionó los laterales de la cabeza—. No lo vuelvas a hacer, no sé en qué estabas pensando pero no es gracioso, ¿me oíste?

El menor lo observó con las cejas alzadas.

—¿Hacer qué? —espetó, burlón—. No te entiendo.

—¿Eres idiota? Nunca más me vuelvas a besar —la orden fue dada en un bufido—. Te lo digo en serio.

A pesar de que realizó con severidad la petición, por alguna extraña razón no se sentía molesto.

Más que eso, el infrecuente sentimiento de confusión se expandió por su cuerpo, perturbando su equilibrio emocional y enrareciendo el entorno.

𝙄𝙏'𝙎 𝘼𝙇𝙇 𝘼𝙉 𝘼𝘾𝙏 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora