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Boca Juniors había comenzado a competir en un torneo internacional, por lo cual Nico pasaba mucho tiempo fuera del país. A él le dolía mucho dejar a Luna y Sol solas, más que nada por el miedo que le generaba que Luna volviera a enfermarse, pero confiaba en que todo saldría bien, que lo tenía bajo control.

Luna pasaba sus mañanas en la cafetería, dejando a Sol al cuidado de Laura. Luego volvía durante el mediodía y se quedaba cuidando a su hija, a veces con su madre, pero muchas veces sola.

A pesar de que era complicado cuidar de una bebé, iba agarrándole la mano. Había aprendido a cambiar pañales, a preparar mamaderas, a darle un baño apropiado y además de encargarse de sus cosas personales.

Sol crecía rápidamente todos los días, Luna se encargaba de fotografiar y grabar todos esos momentos para que Nico pudiera verlos, pero se sentía mucho la falta de su presencia.

Por las noches, Luna dormía junto a Sol, sintiéndose menos sola.

Luego de un par de meses, dado por finalizado el torneo internacional, y Boca perdiéndolo, Nico volvió a Argentina.

Cuando llegó, lo primero que hizo fue correr hasta los brazos de Luna. Estaban en su casa, junto a Laura y Sol.

Luna llenó la cara de Nico de besos y luego agarró a Sol en sus brazos para ponerla en los de Nico. Él besó repetidas veces las mejillas de su hija, extremadamente feliz de volver a casa.

La charla con Laura y Luna fue, más que nada, sobre el torneo.

— Un bajón haber perdido así y ni hablar de que te hayan sacado del partido cuando venías jugando tan bien —comentó Laura, con un mate en la mano.

— El técnico es un hijo de puta, ya presentó su renuncia, así que a ver qué nos toca ahora —respondió Nico, ya se había cansado de hablar del tema.

— Lo importante es que ahora estás acá amor, con Sol te extrañamos mucho —dijo Luna, intentando calmarlo.

Él se acercó a dónde estaba la bebé y se sentó con ella en el piso, ayudando a Sol a pararse. Había empezado a dar sus primeros pasos, aún no eran firmes y necesitaba mucha ayuda para hacerlo, pero era increíble ver cómo de a poco crecía cada vez más.

Padre e hija reían, mientras Luna los miraba con amor, sentándose al lado de su madre, compartiendo un mate de por medio. Las dos observaban la escena como si fuera una película.

Laura se fue luego de un par de horas, dejando a Nico, Luna y Sol tranquilos. La noche se fue acercando y el jugador estaba demasiado cansado como para atender a su hija, pero de cualquier manera no quiso perderse darle su mamadera nocturna y llevarla a la cuna, en donde se durmió rápidamente.

Luego de eso, fue hasta la cocina, donde Luna se encontraba limpiando platos y las mamaderas de Sol. Tomó un repasador de encima de la mesa y comenzó a secar los cubiertos, ayudando un poco a Luna.

— Yo puedo, no te preocupes, deberías descansar un poco —le dijo ella, sin parar de hacer lo que hacía.

— Está bien, no estoy tan cansado.

Entre los dos terminaron de ordenar. Nico en realidad estaba cansado, mucho, pero sentía que no era justo dejar a Luna con las cosas sola, menos cuando él estaba ahí para ella.

Finalmente se dirigió a la ducha, donde estuvo un buen rato, sacándose de encima la transpiración y sensación de viaje largo. En la cama lo esperaba Luna. Se recostó a su lado luego de cambiarse y estiró su brazo, listo para abrazarla.

Ella se acomodó en sus brazos, sonriendo, apretándose contra el torso desnudo de Nico. Él comenzó a besarle las mejillas, los labios, una y otra vez, haciéndole cosquillas con su barba a Luna.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | ɴɪᴄᴏ ꜰɪɢᴀʟ | 𝙲𝙰𝙱𝙹 | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora