Capítulo 2

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Alguien tenía que hacer de chivo expiatorio, y nadie mejor que Doc.

—Doc, ¿a qué diablos estás jugando? —preguntó Lucas por teléfono.

—Vamos, Luke, cálmate. ¿Has hablado con la señorita Langston?

—Sí, he hablado con ella, pero no está dispuesta a ser madre de alquiler. ¡Quiere quedarse con el bebé! —exclamó Lucas,horrorizado—. ¿Por qué me la has mandado?

—Ya sé que parece una locura, es cierto, pero como los dos queréis tener un hijo, pensé que... ¡Demonios!, lo siento, Luke, pero no me gustan las ideas de ninguno de vosotros dos. Esperaba que cambiarais de opinión.

—Bueno, pues lo has conseguido. Jamás me había sentido tan violento en la vida. ¿Quién es esa mujer? No la había visto nunca.

—Podrías haberla visto si no vivieras como un ermitaño. No vas ya ni a la iglesia, y mucho menos a las escasas fiestas del pueblo.

—¿Quién es? —volvió a preguntar Lucas.

—Es la bibliotecaria... vino a trabajar hace seis meses.

—¿Y por qué no se queda embarazada como todo el mundo?

—Esa misma pregunta le hice yo. Según parece, no tiene muchos candidatos.

Lucas frunció el ceño. Ella no era ninguna belleza, pero tampoco parecía hacer grandes esfuerzos por atraer al sexo opuesto, con aquella ropa que ocultaba su cuerpo, aquel peinado severo y sin maquillar.

 Aun así, estaban en Colorado. Y en Colorado eran escasas las mujeres solteras fuera de las grandes ciudades.

—¿Y por qué quiere tener un hijo?

—Eso no me lo dijo, solo quería información acerca de cómo quedarse embarazada —explicó Doc haciendo una pausa—. Si quieres saberlo, pregúntaselo a ella.

—¡No tiene nada que ver conmigo! —exclamó Lucas, irritado y curioso sin embargo—. Encuéntrame a una madre de alquiler, ¿de acuerdo, Doc? Estoy dispuesto a seguir adelante.

—Haré lo que pueda, pero no será fácil. Ni rápido. Por eso pensé que... bueno, déjalo. Haré lo que pueda.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó Abby McDougal, una de las voluntarias que ayudaban a Susannah con las tareas de la biblioteca y su mejor amiga.

Susannah se sobresaltó. 

Se encogió de hombros y estiró un brazo, ocultando el artículo que estaba leyendo, y contestó:

—Nada importante.

—Sigues tratando de quedarte embarazada, ¿no es eso?

—¡Abby, calla! —exclamó Susannah ruborizándose y mirando a su alrededor para ver si alguien las había oído.

—Aún lo estás intentando, lo sé.

—Estoy leyendo un artículo, eso es todo.

—¿Cómo se titula?

—Alternativas.

—¡Aja! ¡Lo sabía!

—¿Y qué? Ya lo he intentado a tu modo. Fui a hablar con el doctor Grable, pero me dijo que tenía que ir a Denver —respondió Susannah avergonzándose de decir una mentira.

Después de todo, era casi la verdad. 

Sin donante, tendría que acudir a Denver, a un banco de esperma.Tras la desastrosa visita al señor Lucas Boyd, Susannah no había vuelto a la consulta del médico. No era masoquista. Prefería hacerla investigación por su cuenta. 

Lo llaman amor  - Jude ChristenberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora