Capítulo 3

19 2 2
                                    


—¿Cómo? —preguntó Lucas con voz ronca. 

Su intención no había sido la de derrumbarse delante de Doc ni, para el caso,delante de nadie. Lucas estaba nervioso, ansioso por calmarse y retomar el control.

—Es sencillo, cásate con ella —contestó el doctor.

—No puedo hacer eso, Doc, ¡y tú lo sabes! —respondió Lucas,perplejo, pensando que el médico se había vuelto loco.

—Por supuesto que puedes.

—No, no puedo —negó Lucas—. No puedo permitirme... ¡yo quería a Beth!

—Ya sé que la querías, hijo, pero eso no significa que no puedas volver a casarte. Muchos hombres lo hacen —comentó Doc volviendo a su sillón—. Ven, siéntate, hablemos de ello.

—¡No! Cuando perdí a Beth y al bebé, juré que nunca más... ¡No puedo hacerlo, Doc! —volvió a negar Lucas apretando los dientes,llorando a pesar de creer que ningún hombre debía llorar, y menos en público.

—Aquel año lo pasaste mal —comentó Doc con calma—.Después de todo, tu padre también había muerto hacía unos meses. Y tu amigo Billy murió en un accidente de tráfico en Denver. Fueron tiempos duros para ti —comentó Doc. Lucas sacudió la cabeza y miró por la ventana. Últimamente, no hacía más que mirar por la ventana—. Escucha, todo eso no importa.No te estoy pidiendo que te enamores de la señorita Langston,solo te pido que te cases con ella.

Lucas se dio la vuelta y se quedó mirando a Doc.

 Si antes había creído que se había vuelto loco, en ese momento estaba por completo seguro.

—Vamos, Doc, si ni siquiera ha considerado la oferta que le he hecho hoy. Si voy y le cuento esa nueva idea, me dará con la puerta en las narices.

—¿Por qué?

—¿Que por qué? ¡Ninguna mujer se pararía siquiera a considerar una proposición de ese tipo! ¡Es un insulto!

—Pues yo estoy completamente convencido de que hay más matrimonios de conveniencia que matrimonios por amor. Desde un punto de vista práctico, sería ideal para satisfacer todas las expectativas de los dos.

—No veo cómo —contestó Lucas escuchando atentamente ytomando asiento frente a Doc.

—Tú consigues un hijo y alguien que lo cuide —comenzó diciendo Doc, mientras alzaba un dedo por cada razón que iba señalando—. Y sin cotilleo. Ella consigue el hijo que quiere y alguien que los apoye a los dos.

 Y sin cotilleo.

Desde ese punto de vista, la idea de Doc parecía de lo más simple. Pero Lucas estaba convencido de que ninguna mujer lo vería bajo ese punto de vista.

—No creo que la señorita Langston esté de acuerdo contigo. De hecho, estoy convencido de que no lo estaría. ¡No ha dado su brazo a torcer en nada de lo que yo le he dicho!

—Quizá no hayas sabido acercarte a ella. Tienes que hacerlo de un modo romántico, sacarla a cenar...

—¡Espera un minuto! —exclamó Lucas saltando de la silla e interrumpiéndolo, antes de que pudiera terminar—. ¡Dijiste que nada de romances! 

—No, dije que nada de amor. Pero a las mujeres les gustan los romances. Ya sabes: flores, regalos... Sólo te costaría un poco de dinero, y tenerlo siempre presente.

—No pienso dejar que se haga falsas ilusiones —musitó Lucas sin darse cuenta de que, con esa frase, parecía haber accedido—.¡Aún no he dicho que sí! —se apresuró a añadir.

Lo llaman amor  - Jude ChristenberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora