Capítulo 5

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Susannah se sentía bastante satisfecha consigo misma.

 No solo había ideado la forma de acabar con los rumores acerca del hijo que quería tener, sino que además lo había logrado de un plumazo.

No le había resultado fácil encontrar a tres mujeres rubias y menuditas en Caliente. Como parecía que ese era el tipo de mujer que le gustaba a Lucas, se había figurado que lo mejor era ajustarse al patrón. Con la ayuda de Abby, había localizado a tres mujeres muy atractivas.

Pero aquello había sido solo el principio.

 Luego había tenido que convencerlas de que fueran a comer con Lucas Boyd todas juntas.La idea no había hecho feliz a ninguna. 

Al final, sin embargo,habían accedido. 

Ninguna quería perder la oportunidad de ser la primera en echarle el lazo al rico viudo que había decidido terminar por fin con su reclusión.

—¿Lo has oído? —preguntó Gertie mientras Susannah se acercaba al mostrador de la biblioteca, con dos libros bajo el brazo.

—Perdona, Gertie, ¿que si he oído qué? —preguntó Susannah,distraída.

—Lucas Boyd. Está comiendo con tres mujeres en el Red Slipper—murmuró la mujer como si le estuviera revelando el secreto de la alianza entre China y Rusia.

—¿En serio? —preguntó Susannah con naturalidad—. Bueno,supongo que entonces mi corazón debe estar hecho pedazos.

—Pues no lo parece —comentó Gertie.

—Es que soy una gran actriz. Sé ocultar mis sentimientos muy bien —añadió Susannah con una sonrisa, para que la mujer comprendiera por fin que estaba bromeando.

—¡Vaya! Pues te advierto que Lucas es un buen partido.

—Seguro, pero yo no tengo ganas de ir de pesca —respondió Susannah alargando la mano para tomar los libros que Gertie había elegido y estampar la fecha de devolución en ellos.

Gertie era muy conocida en el pueblo por su afición a cotillear. 

Si  ella quedaba convencida de que no había nada entre Lucas ySusannah, todo el pueblo la creería.

—¿Sí? Pues deberías. Toda mujer necesita un marido —musitó Gertie haciendo caso omiso al hecho de que ella llevaba veintidós años viuda, y se las había apañado muy bien.

—Quizá debas pescarlo tú, Gertie. Lucas te daría...

La sonrisa burlona de Susannah se desvaneció al ver la puerta de cristal de la biblioteca abrirse de par en par, dando un golpe sobre la pared.

 Más inquietante aún resultó ver al hombre que entró, muy enfadado.

 Llevaba el sombrero tejano calado hasta el fondo en la cabeza, ocultándole el rostro. No obstante, Susannah no tuvo dificultades en identificarlo. Ni tampoco en reconocer su estado de humor.

—¡Oh, Dios! —exclamó Gertie sin apartar ni un segundo la vista.

Susannah luchó contra el imperioso deseo de huir.

 Desde el principio, se había figurado que su idea no le haría mucha gracia a Lucas Boyd, pero contaba con las tres rubias para encandilarlo.Según parecía, había calculado mal. Lucas caminó a grandes zancadas hasta el mostrador e hizo un gesto, gritando:

—¡Vamos a tu despacho! Luego, sin esperar siquiera a ver si ella obedecía, rodeó el mostrador y entró en el despacho.

 Gertie tenía los ojos inmensamente abiertos, miraba a Lucas y a Susannah.

Lo llaman amor  - Jude ChristenberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora