Capítulo 4

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Susannah estaba de pie junto a una de las mesas, charlando con unas cuantas mujeres que solían acudir a la biblioteca. 

Miraba haciala puerta por el rabillo del ojo, esperando ver entrar de nuevo a Abby y a Lucas. Y no tardó mucho en darse cuenta de que algo había ocurrido. Algo había alterado a todo el mundo, causando gran sensación.

 Tres o cuatro personas entraron corriendo por la puerta e inmediatamente se pusieron a cuchichear. Cuando la gente volvió el rostro hacia ella, comprendió que tenía un problema.

—¿Qué ocurre? —preguntó la señorita Willson, mirando pasmada.

—No tengo ni idea —contestó Susannah quedando después en silencio.

Entonces entraron de nuevo Abby y Lucas.

—Ahí está Abby, apuesto a que ella sí lo sabe. ¡Eh Abby! —la llamó la señorita Willson.

Susannah se apartó de ella, deseando que se abriera la tierra y se la tragara. De pronto no tenía ganas de saber cuál era la causa de tanto revuelo. Porque la implicaba a ella...y a Lucas Boyd.Fuera porque la había llamado la señorita Willson o por otra razón, Abby cruzó la estancia con paso decidido.

 Seguida de Lucas Boyd. Y de las miradas de todos los presentes.

 Susannah se quedó helada, incapaz tanto de pensar como de huir. Jamás le había gustado ser el centro de atención. Abby se acercó a ella y la tomó de la mano para reconfortarla.

—Lucas no tenía intención de hacerte daño, Susannah.

Susannah, asombrada ante aquellas palabras, alzó la vista en dirección al rostro del guapo vaquero que, para su sorpresa, estaba ruborizado.

—¿A qué te refieres?

Vagamente, por el rabillo del ojo, Susannah notó que la señorita Willson cuchicheaba con otra mujer. Antes de que Abby o Lucas pudieran contestarle siquiera a la pregunta, la señorita Willson se volvió hacia ella y dijo:

—¡Oh, qué emocionante! ¡Quiero decir, no tenía ni idea! ¿Por qué no has dicho nada, Susannah? ¡Pero bueno, si has pescado al hombre más apuesto de todo el condado! 

Susannah se quedó paralizada.

 De modo que todos sus temores eran ciertos.

 Respiró hondo y dijo, con la mayor calma que pudo:

—Yo no he pescado nada, señorita Willson. Debe haber un error.—¡Vaya! —rió la señorita Willson ácidamente, poniendo más nerviosa aún a Susannah—, ¡pues espero que lo pesques si vas a tener un hijo suyo!

Susannah cerró los ojos tratando de huir.

 Luego volvió a abrirlos,sin tener ni idea aún de qué hacer o decir. Sobre todo porque no sabía a ciencia cierta qué era exactamente lo que la gente había oído. Tampoco era el momento oportuno para preguntar.

 Una mirada rápida a Abby y Lucas Boyd le demostró que ellos también estaban alterados.

—Ha debido haber un malentendido, señorita Willson —repitió Susannah.

No podía seguir adelante. 

¿Cómo explicar que quería tener un hijo, sin que todo el mundo pensara que era de Lucas Boyd?

 Jamás creerían que había acudido a una clínica de fertilización. Era más divertido pensar que se había acostado con Lucas Boyd.

 ¡Aquel hombre lo había echado todo a perder! El plato que sostenía en la mano dejó de tener interés para Susannah. Con una sonrisa forzada lo dejó sobre la mesa y murmuró, marchándose en dirección a los servicios:

Lo llaman amor  - Jude ChristenberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora