Capitulo 08.

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«Despertando.»

Una sensación cálida invadió su pecho, recostó la cabeza contra el vidrio de la ventana mirando las calles por las que el vehículo pasaba mientras pensaba en aquel chico al cual no pudo verle el rostro. Tenía la mirada melancólica, sus ojos se humedecieron al instante pensando en lo que acaba de suceder. Nunca había experimentado esta sensación, solo tenía 14 años, pero era una soñadora y tenía una imaginación inigualable. Sus ojos buscaron por cada avenida aprovechando el recorrido, pues tenía la secreta esperanza de volver a verlo, la curiosidad por conocer el rostro de aquel joven se hacía grande, pero no logró verlo por ninguna parte y se decepcionó. Suspiró profundo, sus hombros cayeron recostando nuevamente la cabeza contra la ventana sintiéndose abatida y triste. Por ahora solo se permitiría soñar, soñar con un amor, soñar con el amor verdadero. Era muy inocente, demasiado pronto para saberlo.

Cerró los ojos para visualizar la silueta de esta misteriosa persona recordando cada detalle de su espalda incluida su larga cabellera negro que caía hasta la mitad del torso y ese característico rodete. La piel se le erizó, el corazón comenzó a golpear más fuerte y nació un malestar que le molestó en lo más profundo del pecho. Colocó una de las manos contra el corazón, podía escuchar sus propios latidos y el calor del pecho bajó a su estómago sintiendo por primera vez las mariposas de las que tanto le hablaron sus antiguas compañeras de la escuela anterior.

«¿Será esto amor?»

No tenía manera de saberlo, pero incluso en la adolescencia los sentimientos también eran tan cambiantes. ¿Y si se enamoraba de alguien, se casaba y luego se daba cuenta que no era amor? ¿O si algún día en el que tenga un novio descubra que se enamoró de otro? ¿Cómo podría estar segura de estar con la persona indicada? ¿Cuáles serían las señales correctas para reconocer a la persona destinada a ella? Todo era muy confuso, pero antes de que todo eso suceda debía ser aceptada y no pudo evitar pensar en el rechazo. No se había confesado antes a nadie nunca, las parejas le irritaban por alguna razón, antes los enamorados le parecían patéticos y absurdos que terminaba discutiendo con ellos por las muestras de afecto que se daban en público, esto sucedió en su estancia en Paris, y a pesar de ser solo una niña juró de que ella sería diferente, sin embargo, estaba cayendo en las mismas redes.

Regresaron pues a la "Escuela Secundaria de Mujeres Renchoku" donde contó su día a la directora Alejandra. Era un poco más abierta con ella, no tenía mucha confianza en abrirse demasiado por temor a exponerse y ser juzgada; y a pesar de ser muy joven ya guardaba demasiadas cosas en el corazón. En la noche se sentó cerca de la ventana de su habitación para apreciar la noche, las estrellas en el firmamento brillaban, la luna se veía más clara que de costumbre y el cielo estaba iluminado. Sus ojos se perdieron en la belleza del cielo de marzo pensando en aquel suceso de esta mañana. Su mente imaginó un encuentro con aquel chico, no le conocía el rostro, era un misterio, pero justamente eso lo hacía más interesante. Sabía muy bien que eso no era amor solo era curiosidad. ¿Y si no estaba llamada a la vida religiosa? ¿Si su camino era otro y estaba destinada a alguien? Sacudió la cabeza borrando aquellos pensamientos concentrándose solo en admirar el firmamento y las constelaciones que decoraban el cielo nocturno de aquel 20 de marzo ese año.

«No, eso no existe.»

Trató de convencerse así misma de ello, había muchas cosas que hacer. Haría labor social en las vacaciones de verano, era muy amorosa con los animales, cuidaba bien de los enfermos y era muy atenta con los más vulnerables. Brindaba ayuda voluntaria en algunas asociaciones que se dedicaban a rescatar a animales. Dentro de unos años regresaría a Francia para brindar apoyo en una de las organizaciones en las que las religiosas de la congregación prestaban sus servicios. Echó su espalda atrás para que descansara en el marco de la ventana y atrajo sus piernas hacia su pecho rodeándolas con los brazos sin dejar de mirar el cielo nocturno.

Yo Te Merezco. [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora