Capitulo 04.

160 20 7
                                    

«La demencia en su máximo esplendor».

Su padre se desgarraba desde fuera hacia dentro. Los gritos fueron espantosos y desgarradores. Algunos vecinos escucharon la agonía de aquel hombre y llamaron a la policía. Algo muy horrible estaba pasando en la casa de la familia Geto. La piel del señor fue desgarrada lentamente como si despellejaran un animal vivo que va directo al matadero. Le arrancaron la piel lentamente hasta desgarrarle los músculos. Una muerte lenta y dolorosa provocada por su propio hijo al que una vez consideró un monstruo. 

Aullaba de dolor maldiciéndolo y este lo miraba con una expresión neutra deleitándose con la agonía de su padre. La piel fue arrancada de todo su cuerpo hasta que explotó manchando la habitación con su sangre. Los órganos vitales salieron disparados al igual que la carne y los huesos. Los ojos de su padre rodaron por el suelo aún fijos en Suguru. Tenía el rostro y las manos manchadas con sangre, toda su ropa estaba salpicada y sucia. Salió de la habitación y la suela de los zapatos dejaron huellas mientras bajaba por las escaleras centrando la mirada en su siguiente objetivo; su madre. Con ella fue menos sádico, pero le dio una muerte dolorosa. 

Sustrajo una espada que albergaba «La maldición almacenadora de cosas»  y sostuvo el mango empuñándola fuertemente fijando los ojos en los de su progenitora que eran exactamente idénticos a los de él. No sentía nada, estaba aislado, sus sentidos estaban al máximo, el corazón le latía con fuerza y no tuvo ni una pizca de duda. Sin vacilar la obligó a entrar a la cocina cerrando la puerta detrás de él y con un solo golpe, sin piedad hundió la fina hoja atravesando el estómago de la víctima perforando órganos vitales. 

Los ojos de su madre se abrieron al sentir el filo de la espada hundirse en su abdomen. La sangre se acumuló en su boca gimiendo de dolor y sus ojos estaban fijos en los de su hijo.

«¿Por qué?»

Tosió mucha sangre resbalando por de su barbilla. Se le hizo difícil respirar y sus manos sujetaron con todas sus fuerzas la hoja de la espada para evitar que él la siga hundiendo. Suguru lo tomó como un acto de provocación y perforó hasta el fondo terminando de rematar a su madre. Los ojos de ella se salieron de los orbes y el dolor aumentó siendo totalmente insoportable. El filo tocaba su columna vertebral y a este punto cayó de rodillas. Al instante empalideció, el corazón dejó de latir y cayó al suelo boca abajo derramando la sangre por todo el piso de la cocina.

 Al instante empalideció, el corazón dejó de latir y cayó al suelo boca abajo derramando la sangre por todo el piso de la cocina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tenía la mirada fija en el cuerpo inerte de su madre, la sangre fue esparciéndose hasta tocar el marco de la puerta. Tomó un pañuelo para limpiar la espada y volvió a guardarla en la boca de la maldición. Su mirada era fría, no había vida en esos ojos y tenía las manos manchadas. El baño de sangre de la cual él fue el autor solo aumentó su sed decidiendo acabar con la vida de sus propios padres. No había tenido una buena relación con ellos, especialmente con su padre que lo veía como un engendro, pero su madre, fuera del desprecio que le tenía, había cierto sentimiento maternal que creció después de llevarlo nueve meses en el vientre. 

Dejó caer el pañuelo ensangrentado sobre la cara de su madre, giró sobre sus talones y abrió la puerta saliendo de la cocina. Lo esperaban las niñas que lo miraron con expresión suave, no habían escuchado los gemidos de dolor y súplica de la madre del muchacho, pero esto era solo el comienzo. Las niñas serían testigos de más muertes que planeaba su nuevo protector. Sacó lo necesario y se marchó de la casa junto con ellas.

Pasado una hora la policía apareció frente a la casa de la familia, acompañados de algunos agentes que tenían comunicación con los hechiceros confirmando el hallazgo. El chico se había convertido en un criminal muy peligroso y esto solo se sumó a la lista de crímenes que sostenía uno de los altos mandos en la hechicería. 

Pronto llegaron algunos hechiceros para comprobar el crimen. Los cuerpos estaban tendidos en el suelo, la suciedad residual y la sangre secándose horrorizó a Masamichi Yaga. Su alumno, quizá el más responsable de todos los que venía enseñando hasta la fecha, se había convertido en un asesino. ¡Un asesino! ¡Un genocida! ¡Parricida! Y eso solo ayudó para que sea tachado como EL PEOR. 

Se ordenó el arresto. Los peces gordos estaban analizando el caso decidiendo qué castigo le impondrían al peor estudiante que había tenido la academia. Por sus crímenes, su desobediencia, la imprudencia de sus acciones y demás se decreta la inminente pena de muerte para Suguru Geto.

Con paradero desconocido abandonó la escuela convirtiéndose en un desertor y algunas de sus pertenencias quedaron en la casa de sus padres. Se llevó lo necesario huyendo con las niñas que ahora lo consideraban su salvador, un padre.

Pronto comenzaron a buscarlo. Fuera de la casa la policía estaba armando un cordón de seguridad para frenar a la prensa y a los curiosos. Los noticieros interrumpieron la programación habitual para dar la noticia de los trágicos asesinatos causados por un muchacho adolescente que mató a sangre fría a sus padres.

Se perdió toda salvación para él, su camino y futuro. Redireccionó todo y trazó nuevas ambiciones, objetivos, fantasías y anhelos. Deseaba un mundo sin humanos, solo poblarían la tierra aquellos capaces de usar la energía maldita, los hechiceros, empezando por sacrificar a sus propios padres. Aquel estudiante que tenía una nobleza extrema en el corazón, de buenos principios, disciplina, defensor de la vida se había ido. Un nuevo propósito se apoderó de su mente, mataría a todos aquellos que no sean hechiceros para crear un mundo solo para seres como él.

En la prefectura de Kioto, una joven llamada Ibby Moreau miraba la programación del día después de cumplir con su horario. Había tenido un día agotador después de rendir exámenes y la religiosa Alejandra dio su consentimiento para que mirara un poco de TV. 

Después de la Copa del Mundo en Alemania del año anterior, su gusto por el fútbol creció y su amor por el equipo italiano de la serie A, el AC Milán, se convirtió en su obsesión, especialmente por su nuevo jugador favorito Ricardo Dos Santos Leite, más conocido como Kaká.

El partido quedó interrumpido para dar una noticia que había conmocionado a la ciudad: El asesinato de dos padres a manos de su propio hijo, el joven Suguru Geto. 

La periodista que se encontraba a espaldas de la casa donde había ocurrido la escena del crimen, informaba a detalle lo sucedido. Ibby se llevó ambas manos a la boca horrorizada por la noticia y en la pantalla, exactamente en la parte superior derecha, se mostró la imágen del autor de los asesinatos: Una vieja foto con el rostro oculto de un joven que llevaba una sudadera de color negro, estaba siendo mostrada en la pantalla a toda la población. 

Por ser aún menor de edad las autoridades decidieron ocultar su rostro, pero en realidad era para desviar alguna conexión con los hechiceros. Los peces gordos manejaron esto cuidadosamente para que la noticia saliera a la luz como otro trágico caso más de un adolescente involucrado en las drogas que, tomó las peores decisiones acabando con la vida de sus progenitores. 

Los ojos de Ibby se abrieron y extendió el control remoto hacia la pantalla subiendo el volumen. Se levantó de la silla mirando perpleja la foto del autor de los asesinatos con el rostro oculto.

Ese día fue la primera vez que Suguru  Geto aparecía en la vida de Ibby.

.

.

.

***

N. A/: Más tarde y tal vez mañana subiré el siguiente capítulo.

Escriban en los comentarios si les está gustando la historia hasta ahora.

Me despido. ¡Un beso gigante!

Yo Te Merezco. [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora