Capitulo 13.

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«Castigo»

Aún podía sentirse la tensión en el ambiente y pareció que el aire escapó de la sala. El sudor en la frente de los guardias resbalaba por las sienes mientras empuñaban las espadas palpando el peligro que desprendía este hombre japonés que los igualaba en físico y estatura, aunque más delgado por la falta de comida y abusos que recibió en el trayecto a Francia. Sabían que el esclavo que el conde Vallezoren había comprado era un samurái experimentado, un rebelde que asesinó algunos oficiales extranjeros durante su captura.

 —Mi lady... —se acercó uno de ellos a Elise colocándose entre el esclavo y ella—los samuráis son peligrosos. No sabemos nada de este hombre. Le recomiendo no tomarse a la ligera esta situación, podría... —mira por el rabillo del ojo al japones con una expresión dura —atacarla.

Elise levantó la barbilla sin apartar la mirada de los ojos del esclavo, dio un paso al frente acercándose más a él y apartó al guardia descansando la palma de la mano sobre su hombro.

—Lo domaré sin problemas—contestó pareciendo segura y confiada en ello.

—Pero...—el guardia protestó de inmediato y los demás se miraron más sorprendidos por las agallas que mostró la doncella.

Los ojos de Katsumoto estaban fijo en Elise. La miraba como un depredador miraría a su presa. Tenía las manos y pies bien atados por las cadenas, la mitad del rostro se había hinchado debido al escozor causado por el látigo. La hinchazón del párpado en el ojo comenzó a crecer dificultando su visión obligándolo a cerrarlo, pero aún podía darle una mirada de absoluto odio sin necesidad de palabras. La sangre del labio partido se mezcló con su saliva, el sabor a hierro le revolvió el estómago y escupió cerca de los pies de su nueva dueña sin quitarle la mirada.

—¡Infeliz! —exclamó el guardia que se había interpuesto en medio de los dos desenvainando su espada golpeando con el mango del arma la otra mejilla del esclavo haciendo que este girara todo su cuerpo cayendo al piso.

—¡Tsk! —apretó su mandíbula después de recibir el golpe limpiándose la sangre que salía de su boca usando el dorso de la mano mientras trataba de reincorporarse para volver a arrodillarse frente a sus agresores. La mirada que sus ojos sostenían era de un odio intenso hacia todos los presentes en especial al guardia y a Elise, como un misántropo miraría a un ser humano común y corriente —Me estas dando motivos para acabar con ella—dijo sonando condescendiente dibujando una sonrisa burlona con los labios secos y partidos por la falta de agua terminando de limpiarse la sangre.

Las provocaciones de Katsumoto surtieron el efecto deseado en el guardia quien inmediatamente reaccionó levantando el brazo derecho sosteniendo el mango de su espada para golpearlo una segunda vez, pero fue interrumpido por el del conde Eduardo Vallezoren que lo sujetó del brazo con firmeza mostrando una expresión seria en el rostro.

—No lo hagas—ordenó mirándolo a los ojos. De inmediato el guardia obedeció y bajó el brazo colocándose a un costado con la cabeza baja en señal de obediencia y respeto. El conde se acercó al esclavo hasta quedar frente a él con una expresión severa en el rostro—Te libré de esa pocilga—dice usando un tono duro—, ¿y es así como me pagas?

—Mi país...—contesta Katsumoto respirando con gran dificultad debido al dolor punzante de sus heridas en el rostro sintiendo que le arde la piel—no es una pocilga—agrega usando un tono de voz bajo y amenazante fijando su mirada en los ojos del conde sin intensión de someterse a él.

—Ja!... Pocilga o no te saqué de ese país de salvajes—dijo usando el mismo tono condescendiente que hace unos momentos el esclavo usó para responderle a Elise.

Yo Te Merezco. [#PGP2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora