El despertar

1K 101 10
                                    

La oscuridad me envolvía por completo. Mis ojos, pesados como si hubieran estado cerrados durante siglos, intentaban adaptarse a la penumbra que me rodeaba. Cada fibra de mi cuerpo estaba adormecida, como si hubiera estado quieto por años, y mis músculos, rígidos y entumecidos, se resistían a moverse. A pesar de ello, me obligué a hacerlo, librando una batalla contra la parálisis de un letargo profundo. Después de lo que pareció una eternidad, conseguí incorporarme, jadeando por el esfuerzo. Mis ojos, aún borrosos, intentaban dar sentido al lugar en el que me encontraba.

Una luz tenue iluminaba la sala. Su brillo iluminaba la sala que parecía ser un laboratorio olvidado, cubierto de polvo. Cables colgaban del techo, y el lugar tenía un aire de abandono absoluto. El silencio, tan denso como el polvo en el aire, me hacía sentir completamente desconectado del mundo exterior, como si estuviera en una realidad distinta.

De repente, el silencio se rompió. Un sonido agudo resonó en el aire, y ante mis ojos apareció una interfaz holográfica flotante. Emitía destellos de luz, y mis ojos, aún confundidos, se fijaron en la pantalla: indicadores de niveles, habilidades, estadísticas… como si estuviera atrapado en un videojuego. La confusión se apoderó de mí. ¿Qué significaba todo aquello? Apenas podía moverme, y ahora tenía que lidiar con esta extraña información. Aun así, algo dentro de mí me impulsaba a seguir adelante.

Me adentré en un pasillo estrecho, sin ventanas, cubierto de polvo. El olor a metal oxidado y algo más, algo que no pude identificar en ese momento, llenó mis pulmones. Mis pasos resonaban, amplificando la sensación de soledad.

Eventualmente, encontré una puerta que me condujo al exterior. La abrí, y lo que vi me dejó sin aliento.

El mundo, mi mundo, México, un país lleno de vida y ruido, había desaparecido. En su lugar, solo quedaban ruinas. Los edificios, antes imponentes, eran ahora escombros y esqueletos de una civilización que se había desvanecido. Las calles, invadidas por la naturaleza que reclamaba lo suyo, estaban llenas de autos oxidados y huesos humanos esparcidos. Los cuerpos estaban mutilados, con marcas de mordeduras que parecían hechas por criaturas salvajes. Todo hablaba de sufrimiento y caos.

El viento arrastraba el polvo y las hojas secas por las calles, y el silencio era insoportable. En las paredes derruidas, algunos mensajes pintados de manera descuidada resaltaban entre la devastación: "Es el fin", "No queda esperanza", "Dios nos ha abandonado". Un escalofrío recorrió mi espalda, pero no podía permitirme quedarme quieto. .

Mientras caminaba, la interfaz holográfica volvió a aparecer, ahora mostrando algo más concreto: habilidades. Podía usarlas, pero cada una tenía un costo, analicé lo que tenía frente a mí:

Habilidades:

Correr nivel 1: Incrementa la velocidad en un punto por un minuto. Requiere un punto de maná.

Fuerza nivel 1: Aumenta mi fuerza en un punto durante un minuto. Requiere un punto de maná.

Pasivas:

Resistencia al hambre nivel 1: Reduce el hambre en un 1%.

Resistencia a la sed nivel 1: Mejora la resistencia a la deshidratación en un 1%.

Resistencia a la radiación nivel 1: Aumenta la resistencia en un 1%.

Estadísticas:

HP: 20

Fuerza: 10 (por cada punto de fuerza se pueden levantar 5 kilos más)

Resistencia: 10

Velocidad: 10 (por cada punto de velocidad se puede correr a 2 kilometros)

Durabilidad: 10 (por cada punto de durabilidad se puede correr o luchar con todo por 5 minutos)

Maná: 20

El sistema, con su voz mecánica, me informó que se me había otorgado un "paquete de inicio".

Contenido del paquete:

Verduras enlatadas

Atún enlatado

Botella de agua

Pastilla contra la radiación

Sentí una extraña mezcla de alivio y desconcierto. No entendía cómo ni por qué estaba sucediendo esto, pero al menos tenía algo que me ayudaba a seguir adelante. Sin embargo, antes de que pudiera asimilar todo, un sonido rompió la tranquilidad. Vidrio rompiéndose.

Giré la cabeza y vi una figura tambaleante emerger de las sombras. Un cadáver, pero no uno inerte. Un zombie.

El zombie avanzaba con pasos erráticos, arrastrando los pies. Su cuerpo descompuesto dejaba un hedor insoportable. Sus ojos vacíos me miraban con una hambre insaciable. Mi cuerpo reaccionó instintivamente, tensando cada músculo, pero el miedo estaba allí, latente. Recordé las habilidades que el sistema me había mostrado. Empecé a temblar pero apreté mis puños y decidí que no iba a morir, no hoy.

El zombie lanzó un gruñido y se abalanzó hacia mí con los brazos extendidos. Retrocedí rápidamente, pero sentí el roce helado de sus dedos rozando mi brazo. Mi corazón se aceleró. Sin pensarlo, activé Correr nivel 1, y me alejé varios metros.

Vi un palo en el suelo, grueso y lo suficientemente largo como para usarlo como arma. Corrí hacia él, lo tomé, y cuando el zombie estuvo lo suficientemente cerca, activé fuerza nivel 1 y lo golpeé con todas mis fuerzas. El palo chocó contra su cráneo, haciéndolo tambalear, pero no se detuvo. Volvió a cargar contra mí. Esta vez, apunté a sus rodillas, derribándolo. El zombie cayó al suelo con un golpe sordo, pero aún se arrastraba hacia mí, sus manos tratando de atraparme.

No le di más tiempo. Levanté el palo y golpeé su cráneo hasta que dejó de moverse. La sangre espesa se mezclaba con el polvo, pero no me detuve hasta estar seguro de que no volvería a levantarse.

Cuando todo terminó, me arrodillé, jadeando. Había matado a un zombie. Un ser que alguna vez fue humano, reducido a esto. Pero en este mundo, era matar o morir. No había espacio para la duda o el arrepentimiento. Desactivé fuerza y correr nivel 1.

Entonces, la interfaz holográfica apareció de nuevo.

Sistema: "Felicidades, jugador número 11. Has matado a un zombie común. Has ganado 10 puntos de experiencia y un punto de estadística."

Sin pensar mucho, asigné el punto a Durabilidad.

Me levanté, aún cansado, pero comprendiendo que esto era solo el principio. Si yo era el jugador número 11, significaba que había otros. Humanos que, como yo, estarían luchando por sobrevivir.

¿Serían aliados o enemigos? Fuera lo que fuera, tenía que estar listo. El mundo había cambiado, y yo también tenía que hacerlo si quería sobrevivir.

El jugador número 11 del apocalipsis #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora