P A R T E - 5

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Somos dueños de nosotros mismos hasta que tenemos a nuestros hijos.

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Severus tenía seis meses, su cuerpo era débil y patético, sus manos pequeñas apenas tenían las fuerzas suficientes para aferrarse a las cosas, mucho menos tenía la habilidad de hacer algo más con ellas que ejercicios básicos de repetición para en ...

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Severus tenía seis meses, su cuerpo era débil y patético, sus manos pequeñas apenas tenían las fuerzas suficientes para aferrarse a las cosas, mucho menos tenía la habilidad de hacer algo más con ellas que ejercicios básicos de repetición para en el futuro hacer más. Estaba aprendiendo a gatear llevando a su madre por las paredes intentando perseguirlo o mantenerlo quieto en un solo lugar e iba bien... hasta que él llego a la vida de su madre.

—Mira bebe—Dijo ella con una sonrisa honesta—Este es Fenrir, va a pasar la tarde aquí ¿Quieres mostrarle una sonrisa, cariño? —Severus mira y mira fijamente incapaz de creer lo que sus ojos le dicen.

El hombre intenta agacharse para sostenerlo, diciendo algo sobre un gran hombrecito que crecerá grande y fuerte y Severus impotente en esta forma de bebe indefenso por su ingenua madre hace lo único que puede en ese momento... él simplemente rompe a llorar. El sonido es agudo y lleno de pena, hace eco en las paredes de la casa como la premonición de algo que es más grande, no es solo un llanto normal de un bebe asustado, sino un llamado de angustia genuina.

Morte aparece como el verdadero dios del infierno traído a la tierra listo para impartir castigos. Es un espectro, una sombra de su verdadera forma, un clon borroso con solo una pizca de su poder si se quiere verlo de esa manera, pero no importa porque le trae a Severus una sensación de tranquilidad el simple hecho de verlo. Los ojos rojos de la deidad se fijan en el hombre primero escaneando de arriba a abajo la pura podredumbre de su impura alma encontrando toda su existencia completamente asquerosa e insignificante.

"Estas molestando a mi hijo" Morte dice con la voz de los muertos en vez de su voz real, miles de ecos de almas gritando conforman los sonidos que traen las palabras. "No puedo permitir eso" Dice el dios y Severus solloza débilmente mirando a su padre divino caminar hacía la amenaza y detenerse ante él.

Por un momento es solo un instinto, Severus lo sabe, puede ver los ojos del hombre dilatarse hacía el lobo, puede ver la tensión de sus músculos y la repentina alerta inquieta que lo hace revisar la habitación tres veces buscando el peligro; ese instinto pronto se convierte en una amenaza. Morte deja sentir su presencia con tanta fuerza que Fenrir Grayback en realidad tropieza hacía atrás y cae sobre su trasero pasando de depredador a presa en un solo parpadeo.

—¡Fenrir! —Eileen grita intentando ayudar en algo que no tiene la capacidad de entender. Ella tiembla como una hoja y sigue lanzando miradas aterrorizadas a las sombras, pero se arrodilla junto al hombre intentando consolarlo.

Severus agita una mano hacía Morte intentando expresar su desesperación y el dios gentilmente se acerca para acariciarle el cabello. Los dedos de Morte se hunden gentilmente en su pelo y Severus quiere negar cuanto lo consuela.

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