Capítulo 7. Discusiones.

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Maratón 3/?
Capítulo 7.

Discusiones.

Después de un rato llegaron al hotel y se acostaron en sus respectivas camas, habían decidido quedarse en el hotel viendo películas en la televisión y pedir comida.

Estuvieron comiendo, charlando y jugando, todo menos viendo la película que estaban pasando. La tarde se había pasado rápido desde que llegaron del hospital, nadie había comentado nada ya que a ambos se les había olvidado pero su amiga se había acordado cuando escuchó una discusión entre una chica de a lado y otra chica.

— Jay. —lo llamó Skylar.

— Dime. —contestó con la boca llena de galletas.

— ¡Jayden Alexander, no seas un cerdo y trágate lo que tienes en la boca! ¡¿Es que no te enseñaron a no hablar cuando tienes la boca llena?!

— Nop.

— Pues ya lo sabes así que traga y habla.

— Mandona.

— No soy mandona. —le sacó la lengua.

Jayden tragó.

— Además de mandona, infantil —el chico negó—. ¿Qué vamos a hacer contigo?

— Comprarme más galletas y leche, ahora contesta. ¿Qué te dijo el doctor?

— No pienso comprarte leche y galletas.

— Si que lo harás, contesta.

— ¿Qué contesto?

— Jayden. —advirtió la pelinegra.

— ¿Qué me tenía que decir? 

— Tal vez la razón por la cual estuviste como estuviste.

— Bueno, me dijo que tenía asma y me dio un inhalador.

Skylar lo miró incrédula. 

— ¿Y ya? —el asintió— ¿No te dijo algo más? ¿Sólo un "tienes asma, ten tu inhalador" y ya?

— Ay bueno no pero para no hacer algo largo solo me dijo eso.

— Ah ok.

La pelinegra se levantó de su lugar y se fue al tocador a peinarse. 

— ¿A dónde vas? —preguntó Jayden sentándose en su lugar.

— Saldré.

— ¿A dónde?

— ¿Debo decirte todo lo que hago? —lo miró secamente.

— Sky, ¿que sucede?

— Nada.

— Skylar no me mientas, se que tienes algo —el castaño se levantó y caminó hacia donde estaba su amiga—. Dime lo que sucede.

— ¡Nada! Simplemente quiero salir un rato. Sola. —agregó al ver que su amigo iba a hablar.

Sin dejar que Jayden hablara, agarró su suéter y salió de la habitación. Estaba enojada, con él, con el doctor, con ella, con todos, solo quería salir y despejar su mente un rato. Jamás creyó que su amigo tuviera asma, no era la gran cosa pero tampoco era algo que se podía ignorar fácilmente, él se lo tomaba tan a la ligera y eso le molestaba. Ella no quería que nada malo le sucediera a aquel castaño que tanto quería, hacía tantos años que llevaban siendo amigos que se había acostumbrado a él y no se imaginaba lo que haría sin su presencia, sin sus locuras y sin sus gestos que siempre la hacían reír.

La chica se había sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta que iba cruzando una calle hasta que sintió que alguien la jalaba hacia delante, provocando que ella se desequilibrara y cayera encima de alguien. 

— ¿Te encuentras bien? —preguntó la persona que la había salvado, Skylar levantó la mirada y se encontró con un chico de su misma edad.

— Eh, sí —respondió desconcertada—. Gracias por salvarme.

— No hay de que, vi que ibas distraída y supuse que no tendrías idea de que pasaría un auto.

Skylar, recordando que se encontraba encima del muchacho se levantó, aquel chico no tardó en hacer lo mismo.

Ambos se observaron sin dejar pasar cualquier detalle. 

El chico parecía tener la misma estatura que Jayden, tenía el cabello de un color negro rojizo, ojos de un color castaños claro —incluso, si no los veían de cerca, se podría confundir con un verde también claro—, en sus muñecas se asomaban algunos tatuajes que parecían pulseras y, saliendo de su manga, se mostraba otro tatuaje. Tenía un aspecto un tanto gracioso que a Skylar le recordaba a Ron y a los gemelos Weasley pero con algunos tatuajes y el cabello más corto y algo alborota. Llevaba puesta una camiseta negra de cuello redondo, unos pantalones del mismo color y sus converse que, al contrario que su demás ropa, eran de color blanco. Y si no fuera por esas pequeñas y graciosas pecas que le cruzaban por la nariz y debajo de sus ojos, parecería que era un chico malo —cosa que no era—.

Al contrario que él, Skylar le llegaba a ambos chicos la altura de la barbilla, no era muy obesa paro tampoco parecía modelo, tenía el cabello largo y ondulado de color negro azabache, sus ojos grises parecían ser lentillas. Ella, a comparación de él, no tenía pecas y tenía un ligero aspecto de niña pequeña —de acuerdo con él—. Llevaba puesto una blusa manga larga color azul, un short de mezclilla que le llegaba hasta unos centímetros arriba de la rodilla y unos vans negros. Para él, ella se veía adorable.

Siguieron observándose hasta que escucharon el claxon de un auto, el cual ocasionó que ambos brincaran del susto y comenzaran a reírse.

— Soy Ethan —le sonrió.

— Skylar —le devolvió la sonrisa—. Creo que es hora de irme, encantada de conocerte.

— Igualmente, espero volver a vernos algún día.

— Igual yo. Adiós.

— Hasta luego.

Después de ese pequeño incidente, Skylar se fue andando a un pequeño parque que estaba cerca. No quería regresar al hotel porque sabía que si lo hacía se armaría un desastre, incluso podía imaginarse a ambos gritándose el uno al otro. 

Observó el parque de un lado a otro, era un lugar lindo y grande,  incluso podrían hacer una fiesta en este lugar. Había miles de árboles por doquier, diversas plantas que jamás en su vida había visto, arbustos de diversos tamaños, uno que otro juego para los pequeños, incluso, podía ver una replica exacta de los columpios que tenían en Lodghart en los cuales ella y Jayden siempre se montaban aún siendo grandes. Y, claramente, no podían faltar los niños pequeños corriendo en todas partes y las madres corriendo tras ellos para que no se lastimaran. 

A Skylar siempre le gustaba ver esas escenas, le recordaban a aquellos tiempos en los que salía con sus padres a todos lados. Aquellas veces en las que su madre y ella jugaban a las escondidas en los parques, o cuando jugaban a las atrapadas con ambos padres en casa. Ahora todo aquello solo eran recuerdos, recuerdos que para ella significaban mucho más que cualquier cosa. 

Sin querer derramó una lágrima, por más que le gustaba ver aquello, le lastimaba el solo pensar en su pasado. Decidió sentarse debajo de un árbol un rato, olvidar todo por un momento y simplemente disfrutar, disfrutar de todo lo que le rodeaba. Subió sus piernas a la altura de su pecho, las rodeó con ambas manos y ocultó su cabeza entre sus piernas.

Todo iba bien hasta que la pelinegra sintió una mano en su hombro. Asustada, levantó la cabeza, encontrándose con la persona menos esperada.

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Ya lo se, ya lo se u.u no digan nada.

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Nunca me dejes [Actualización lenta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora