Capítulo 9. Londres.

23 1 1
                                    

Capítulo 9.
Londres.

— Bien hecho, avión barato. 

— En mi defensa no sabía que estaba detrás de mi.

— ¡Yo te lo estaba advirtiendo!

— ¡Simplemente me dijiste "Jay, Jayden, Jayden"!

— ¿Qué querías que te dijera? ¿"Jayden, detrás de ti está el señor que se sienta aquí y está escuchando todo lo que estás diciendo de él"

— Tal vez.

— ¡No iba a decir eso!

— Como sea. —bufó.

Ambos adolescentes habían recogido sus maletas y estaban en camino al hotel en el que se quedarían para el tiempo de su estancia en Londres.

20 minutos después.

— Tengo hambre Skylay. —se quejó el castaño.

— No me llamo así —bufó—. Y comiste antes de salir del aeropuerto.

— Pero comí muy poco.

— ¿Poco? —lo miró incrédula—. Casi te acabas toda la comida del lugar.

— ¡No es cierto!

— Si lo es, ahora cállate y camina.

— No.

— Entonces quédate aquí y muérete de hambre.

— ¿Me vas a dejar morir solo?

— No. Solo te dejaré solo, si te mueres sería culpa tuya.

— ¿Por qué mía? Tu eres quien se encarga de alimentarme.

— ¿Yo?

— Si.

— Yo no me encargo de eso. Cada quien se encarga de meter comida a su estómago.

— Ay cállate. Igual me dejarás solo.

— Jayden, mejor cállate y camina.

— Ay.

El castaño hizo un puchero y comenzó a caminar hacia el hotel, con su amiga detrás de él sonriendo por haber ganado esa pequeña discusión.

Varias peleas y golpes después, habían llegado al hotel dispuestos a desempacar sus maletas y descansar un poco. Entraron a su habitación correspondiente y ambos suspiraron aliviados. Finalmente habían llegado a Londres.

Inconscientemente, Jayden y Skylar se habían quedado dormidos después de unos minutos, uno encima de la maleta y la otra en el suelo.

Al día siguiente.

Eran las seis de la tarde. Skylar se levantó algo desorientada, se encontraba en la cama que había elegido antes deentrar.

«Que raro» pensó «Yo no recuerdo haberme acostado en la cama»

Observó a su alrededor y encontró a Jayden mirando la televisión, frunció el ceño y le aventó una almohada que tenía cerca, haciendo que este volteara a verla. 

— ¿Desde que hora estás despierto?

— Desde como hace una hora —respondió—, solo que no te quería despertar, te veías muy cansada.

La pelinegra hizo un puchero.

— Me hubieras despertado, ya son las —volteó a ver el reloj—, seis de la tarde. Nos queda menos de medio día y no hemos salido.

Nunca me dejes [Actualización lenta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora