Prólogo

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Todas las mañanas son fatídicas, me cuesta recordar el porqué tengo un deber en común. La música me regocija, tanto para hacerme despertar aunque las lagañas aún sigan ahí, atormentando a mis ojos moribundos qué, al ver la pantalla principal, simplemente buscan una respuesta tuya, un simple mensaje deseando mis buenas mañanas.

Lo único qué he llegado a encontrar, ha sido un centenal de notificaciones de youtube anunciando nuevos creadores, instagram anunciando sus nuevas estrellas y unos cuantos mensajes de Eugene. Pero tú, simplemente estás ahí, marcando la última hora en la que tomaste tus pocos anhelos.

Vestirse es tan costoso, es horrendo, ni siquiera puedo pensar en lo atesorado que el frío fue para mí en los últimos años. Pensar qué en pocos minutos una nueva alarma sonará para llamar a los vecinos es aterrador. Caminar hacía la parada del bus aún lo es.

Es increíble verme con ese uniforme pesado, nunca creí llegar a este punto; mirar mis ojos rojos y un poco dañados fue normal hasta qué olvidé lo que era amar, y vaya qué intenté olvidar.

Sin importar el camino hacía la escuela, siempre llegó a la misma hora, siempre esperando para verte caminar con esos colores despampanantes, verte una vez más y mirarte entre esas clases. ¿Qué interesa leer acerca de la moral cuándo ese libro odioso da malas señales?

Claro, ese libro dice: ser moral significa ir a declararte a la persona que te gusta, planear lo qué harás y al final, hacer algo al respecto; pero sí guardas silencio, eres un maldito irresponsable. ¿Qué diablos significa eso? ¿Qué rayos quiere decirme?

Claro, soy irresponsable por no saber actuar hacía ti, ante tus hermosas melodías, ante mí hostigado corazón. Declararme enamorada, yo soy así. Pero también, declararme desinteresada, podría ser.

¿Quieres saber algo de mí?

Bueno, soy la persona más idiota que podrás encontrar, pero te quiero tanto para ser más idiota de lo normal. ¿Eso te gustaría? A mí sí.

[WEDNESDAY] El saber de conquistarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora