¿Dónde comenzó esto? En esa escuela, claro; pero el cuándo es una respuesta inédita, una qué hasta a mí me cuesta responder. El cuándo es demasiado predecible y también doloroso sí lo confieso.
La única verdad es que tuve miedo, mucho miedo de ti: Había conocido a unas personas que en su momento, odie; ahora me dan igual, feliz por ellos; llegaste a ese sitio repleto de personas que siempre pensé como un grupo de interesados, y aunque lo niegue, fuí de esa manera; te ví tan rosada, tan pulcra y eso me castigo por unos días, hasta que decidí no hablarte sí no se trataba de cosas importantes, y así fue.
Un año entero a tú lado, sentada en los equipos contigo, sin prestar atención al inédito pinchazo en mí pecho. No eras nada, nada en lo absoluto, una simple compañera más.
Tenía un amor en esos tiempos, quizás un noviazgo que duró poco con una tal Bianca, pero fue tan significativo para borrarte de mí mente por unos meses. Pasé dolor y agonía en mi cabeza réptil. No fue hasta la llegada de un nuevo curso cuando te miré una vez más, tan linda como siempre, querida.
Guardé mis secretos, mis anhelos, mí imaginación jugando conmigo en cada ocasión: imaginar tomar tus mejillas, el verte a los ojos y ser capaz de ser cordial, el simple hecho de lograr estrechar mis brazos a ti; como deseo abrazarte.
Amigos míos hacían preguntas, tantas y repetidas: ¿Te gusta alguien? ¿Quién se te hace guapa del aula? ¿Quién, quién, quién?
Un dolor de cabeza sin duda, pero ese era Eugene.
Mí respuesta era la misma, la misma hasta que no pude más. Necesitaba dejar salir mí verdad, lo qué tanto me sofocaba y me retenía de lograr acercarme a ti. Lo dije, confesé mí gusto por tú persona, por la grandiosa persona que te mirabas ser en la lejanía.
Sí, te miré, tantas veces. Muchas veces no fui tonta, evité el mirarte más de dos segundos, un minuto, lo qué el tiempo dispusiera. No quería llamar tú atención, no del todo.
El saber qué hacer me atormentó: no deseaba una relación, no después de haber fallado en una meses atrás. Temía de fallar una vez más, el no saber qué hacer con mí carácter fuerte o mis olvidos, distracciones u orgullo.
Y así pasé los meses, sin decirte palabra alguna... No en persona, ya qué intenté iniciar conversaciones por mensajes. Y eso lo sabes bien. O quizás nunca lo notaste.
Nunca lo sabré.
Pero decidí no hablarte, no intentaría nada contigo, nunca.
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[WEDNESDAY] El saber de conquistarte
FanficEres la musa qué me cautiva en mis atardeceres, pensar en ti es mí mayor anhelo y escucharte es mí mayor delirio. Porqué me gustas, Enid. Lástima qué nunca leerás mis palabras; mucho menos las escucharás. Historia Wenclair. Los personajes no me pert...