3. Libertad.

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Jungkook descendía por la torre, siguiendo el mismo camino que había recorrido al subir. Su movimiento era firme, fruto de la experiencia de escalar y descender diversas estructuras a lo largo de su vida. Aunque a veces experimentaba leves mareos, en ese momento se sentía emocionado, pues sabía que Jimin también se uniría a él en la bajada.

Levantó la mirada, aferrándose a la flecha que lo sostenía, con una sonrisa tonta al percatarse de que Jimin seguía junto a la ventana.

— ¿Bajarás, precioso? — Gritó hacia arriba, su voz ya se oía lejana en la cima de la torre.

Jimin dirigió su mirada hacia abajo, observando cómo su cabello se enredaba en el sistema de polea, preparado para descender. Aunque estaba listo para bajar, la ansiedad se apoderaba de él, generando un remolino en su estómago mientras sus ojos exploraban la distancia. Era su primera incursión fuera de la seguridad de la torre, tras años de aislamiento, y los nervios le hacían temblar las manos sutilmente.

Jimin buscó consuelo en su camaleón, descansando sobre su hombro como de costumbre. Le dedicó una sonrisa dudosa mientras movía uno de sus pies descalzos con inseguridad. Retrocedió nervioso cuando la sensación de libertad se volvió abrumadora, pero tenía que hacerlo.

Jimin inspiró profundamente, llenando sus pulmones de aire fresco antes de embarcarse en el descenso audaz por la polea. La sensación de velocidad lo hizo sentir cosquillas en el vientre, y una risa delicada se deslizó entre sus labios, armonizando con el viento que acariciaba su rostro con ímpetu. En ese descenso, sus ojos brillaban con una emoción contagiosa, absorbiendo meticulosamente cada detalle del entorno que se desplegaba ante él.

Al acercarse al césped, sus pies, cargados de expectación, se detuvieron como si temieran profanar el suelo. En ese instante trascendental, decidió explorar la desconocida textura. Descendió una pierna con una mezcla de nerviosismo y emoción, permitiendo que la suavidad y frescura del césped se filtrara delicadamente entre sus dedos. Replicó la acción con la otra pierna, prolongando la experiencia sensorial. Cuando finalmente completó el contacto, la euforia se apoderó de él, girando con entusiasmo, consciente de que ese singular momento quedaría grabado en su cabeza para siempre.

— ¡Es justo como lo imaginaba! — Jimin se agachó, dejando que sus manos delicadas se posaran en el suave césped. Sus dedos acariciaron con ternura las diminutas flores mientras inhalaba los suaves aromas que emanaban de ellas.

Poniéndose de pie, dio un paso adelante, percibiendo la sensación de que sus pies se sumergían en el río. El agua, helada, penetraba hasta sus huesos, pero la emoción le inundaba; todo era tan revitalizante y emocionante que le resultaba difícil creer que nunca antes hubiera abandonado esa torre.

El río salpicó con delicadeza el dobladillo de sus pantalones mientras extendía la mano para tocar el agua, lanzándola hacia el cielo con un gesto juguetón. Fascinado por el entorno, se dejó guiar por la danza de pájaros que lo rodeaban, decidido a seguir su elegante vuelo. Los pájaros lo llevaron hacia una entrada de cueva, la cual exploró con curiosidad. Al atravesarla, se encontró ante un escenario asombroso: un bosque frondoso y grandioso, adornado con árboles de imponente tamaño que se alzaban como guardianes centenarios.

— No puedo creer que haya hecho esto. — Murmuró abrazándose a sí mismo con su larga cabellera. Durante todo el recorrido guiado por Jungkook, no dejó de repetir la misma frase. Cada repetición llevaba consigo una carga emocional diferente: angustia, felicidad, terror, decepción y euforia. La constancia con la que expresaba esa frase llegó a cansar incluso a Jungkook, quien presenció la gama completa de sus emociones a lo largo del camino.

En un momento dado, Jimin, abrumado por la carga de sus elecciones, se agachó en el suelo con una mezcla de angustia y temor palpable, sosteniendo su cabeza entre las manos. La intensidad de sus emociones era evidente en cada rasgo de su rostro. Jungkook, con mirada perspicaz, ocupó un lugar a su lado, manteniendo una prudente distancia que denotaba su cuidadosa estrategia.

UN CUENTO PERSA 物語 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora