Mi mente era algo que no podía controlar.
Mientras escribía las diez páginas diarias de mi libro pensaba en que necesitaba redactar párrafos pares, y que cada línea debía poseer una cantidad impar de palabras. Si no lo hacía me decía a mí misma que no tendría éxito, aunque no es como si esta estrategia me hubiera funcionado en anteriores ocasiones.
Cuando terminaba mi tiempo libre y comenzaba mi rutina para dormir mi mente decía que debía cepillar mis dientes dos veces, porque de otra forma no estarían perfectamente limpios. Debía revisar las cerraduras dos veces, apagar las luces cinco, volver a las cerraduras, tomar un libro, leer veinte páginas y finalmente regresar a las luces.
Sin embargo, mi tortura no terminaba allí.
Al cerrar los ojos mi mente recordaba mi día y me preguntaba si sería beneficioso hacer las cosas una vez más.
Nunca descansaba realmente.
Durante el día de navidad las cosas eran incluso peores, y tal era mi odio hacia ella que, si me hubieran dado a elegir entre usar mi uniforme color naranja toda la vida o celebrar la navidad, habría elegido el uniforme.
Ese día, de repente, todo perdía su orden. Había un Papá Noel en cada calle, los clientes preferían pasar el día con su familia, debía usar un estúpido gorro rojo y Heidi alteraba el menú del lugar.
Todo se volvía un caos dentro de mi cabeza y ya no importaba cuantas veces cepillara mis dientes, o cerrara mi puerta, o apagara mis luces, no era suficiente.
— Si te sientes incomoda puedes irte, Freen — Me recordó mi jefa luego de que la saludara tres veces, aunque necesitaba hacerlo muchas veces más — ...Sé que tienes un libro por terminar y que este día no está entre tus favoritos.
Asentí ante sus palabras, pero de ninguna forma abandonaría mi trabajo. Estar en casa solo me haría sentir peor.
— ¿Rebecca vendrá hoy? — Preguntó Heidi con curiosidad. Estaba sonriendo, lo cual no era muy extraño en ella, pero ese brillo en sus ojos lo había visto en los de Irin cuando me había dicho que yo le gustaba a Rebecca.
No había olvidado este pequeño detalle, por supuesto. En realidad, sus palabras se repetían sin control dentro de mi cabeza.
Aun así, no le creía del todo. Rebecca parecía estar enamorada de sus viajes, no de mí. Y, aunque lo que Irin decía fuera verdad, ella no me gustaba.
Yo no era gay.
— Eso dijo — Contesté —, pero es Rebecca. Nunca sabes lo que hará.
Y eso, sinceramente, me aterraba.
¿Cómo podía una persona vivir así?
— No te hagas ilusiones, Freen, pero creo que a ella le gustas...
En ese mismo instante quise golpear mi cabeza contra una pared veinticuatro veces debido a la frustración. Ya no era solo Irin quien lo creía, sino Heidi. También tengo que admitir que posiblemente Nam y algunos clientes pensaban lo mismo.
— Heidi, a ella solo le gustan sus viajes y...
— ¡Vamos, Freen! ¡Todos han visto la forma en la que ella te mira!
Todos excepto yo, por supuesto, porque yo había estado muy ocupada mirándola a ella.
— Y tú... —No, no iba a permitir que terminara su oración.
— No soy gay, Heidi.
— Como digas... — Y estas fueron las dos últimas palabras que me dijo antes de que mi turno comenzara.
ESTÁS LEYENDO
Seguirte o Perderte
FanfictionFreen amaba la rutina. Becky amaba lo desconocido. Freen amaba la perfección. Becky era completamente imperfecta. Freen no tenía grandes sueños. Becky vivía en uno. Freen odiaba las despedidas. Becky vivía de ellas. Freen no quería seguirla. Becky n...