➡ Capítulo 14: Destrozando la fantasía

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Mi fantasía de un amor perfecto comenzó a destruirse un mes después del nacimiento de Ethan.

Rebecca y yo estábamos cuidando al pequeño mientras Irin descansaba, pues el pobre la agotaba. No nos encontrábamos en la casa abandonada, sino en el departamento que Rebecca les había regalado.

No era maravilloso ni lujoso ni demasiado espacioso, pero funcionaba para los tres.

Mi novia había obtenido el dinero con sus trabajos y vendiendo algunos de los recuerdos de sus viajes. Yo me había conmovido al saberlo, pues con ese mismo dinero habría podido emprender sus muy amados viajes.

— Estuve hablando con él ayer. Dice que te admira — Me contó Rebecca mientras lo alimentábamos. Ella era increíble alzándolo, pero terrible alimentándolo. Yo era terrible alzándolo, pero buena alimentándolo.

Es así como Ethan terminó entre sus brazos mientras yo me ocupaba de darle su biberón. A él no le importaba, pues parecía estar disfrutándolo. Su rostro de placer idéntico al de Irin cuando comía su dulce favorito lo delataba.

— Eso es imposible, Becbec. Los bebés no suelen admirar nada más que el pecho de su madre —Me reí de ella, pero Rebecca no lo hizo conmigo. En realidad, parecía estar algo ofendida gracias a mi comentario.

— Él es un bebé especial, Freen. Es decir, se llama como tú, debe serlo... Él no sigue la regla de los bebés comunes. Freen es mejor que lo común.

Y para no seguir discutiendo solo acepté su argumento y besé su frente. Rebecca siempre encontraba una forma de ganarme, tal vez porque sus respuestas no solían ser las típicas y no lograba enfrentarla con rapidez.

Ella nunca habría admitido que estaba equivocada, pues en su pequeño mundo siempre tenía la razón.

— ¿Te gustaría tener hijos conmigo? — Me propuso sin pensarlo ni un poco. Me sorprendí, por supuesto. Nadie se espera algo así de forma tan repentina — Tranquila. Yo me ocuparía de que te amaran tanto como yo.

Entre los brazos de Rebecca el pequeño Ethan comenzó a llorar, pues debido a su pregunta yo había alejado el biberón de su boca. Se lo devolví aun algo impresionada.

Miré a mi novia esperando que bromeara, pero la sonrisa sincera en su rostro me decía que no estaba haciéndolo.

Comencé a sentirme mareada.

— Becbec, yo... yo... — Seis veces intenté continuar, pero no podía hacerlo. No sabía cómo reaccionar.

— Respira, Freen. Lo necesitas para vivir y continuar a mi lado.

— ¿No crees que es muy pronto? — Logré formular finalmente.

Mi boca estaba completamente seca, y tuve que contar hasta diez seis veces para que mis manos dejaran de temblar. Estoy segura de que Ethan agradeció que el molesto movimiento se detuviera.

— Para mí es muy tarde — Me confesó con voz baja. Podía notar su decepción — ...Para mí el tiempo no es nada. Odio el tiempo, porque pasa tan rápido que no nos damos cuenta de que lo hace.

Y tenía razón, de nuevo.

De repente ella se paralizó y me miró con terror. Creí que había visto algún tipo de fantasma.

— El tiempo pasa, Freen.

— ¿Qué?

— El tiempo, Freen. Pasa. Pasó. Pasará... No somos eternas, Freen.

Pero, aunque intenté entenderla, no lo logré.

— ¿Te sientes bien, Becbec?

Ella se negó.

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