Marioneta de las cuerdas rotas(5)

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Rezef estaba muy confundido.

‘¿Es esta la misma Cayena Hill que conozco?’.

Hasta ahora, Cayena había sido como una muñeca que podía retorcer para sus propósitos cuando lo necesitaba. Sin embargo, ahora se sentía como si tuviera un cuchillo en el pecho. Todo su cuerpo se sentía frío y al límite.

Sin embargo, Cayena aún no había terminado.

“Además”.

Dijo ella.

“Necesitamos poner mayor énfasis en el incidente del envenenamiento, pero al mismo tiempo disminuir su importancia”.

¿Qué se supone que significa eso?

Rezef ahora estaba ansioso por escuchar lo que tenía que decir.

“Quiero que exageres la gravedad de mi condición para crear una crisis con respecto a la sucesión. Si se rumorea que tanto el padre como yo tenemos mala salud, los ministros se impacientan”.

Eso era obvio; apenas podría llamarse esquema. Rezef se sintió un poco decepcionado, pero Cayena continuó.

“Entonces, convierte este incidente en forraje para los chismes”.

“¡Chismes…!”.

Rezef finalmente entendió lo que Cayena quería decir al disminuir la importancia del incidente.

“Si enmarcamos este incidente como una aventura escandalosa cometida por un hombre que está enamorado de mí, la sociedad seguramente prestará atención. De esa manera, las personas no prestarán demasiada atención al incidente en sí, pero seguirán discutiendo el tema”.

Ellos harían precisamente eso. La gente siempre ha estado obsesionada con las historias de amor. Rezef ya podía imaginarse los rumores que difundirían.

‘¿Quién aconsejó a mi hermana sobre esto? ¿O fue su propia idea?’.

Rezef sólo tenía que preguntarle.

Él la miró fijamente, tratando de ver a través de sus verdaderas intenciones.

“¿Qué diablos estás pensando?”.

Cayena no respondió. Ella solo lo miró fijamente.

Sin embargo, ese momento no duró mucho, ya que de repente salió de la cama.

“¿Cayena?”.

Rezef dijo, frunciendo el ceño.

Luego, se arrodilló lentamente sobre ambas rodillas.

“Mi rey”.

“¡…!”.

Cayena besó el dobladillo de la ropa de Rezef, como una sirvienta para su amo.

“¡¿Qué estás haciendo?!”.

Sus acciones podrían considerarse fácilmente como traición.

Rezef se levantó rápidamente, agarró a Cayena por los hombros y la levantó.

“¡Cayena!”.

Era un nombre que había llamado muchas veces antes, pero se sentía extraño y desconocido, como si su textura hubiera cambiado por completo.

Cayena no parecía preocupada mientras sostenía y besaba respetuosamente el dorso de la mano de Rezef.

En un bajo murmullo, dijo.

“¿Por qué…?”.

¿Por qué Cayena estaba besando su mano y actuando con tanto respeto? Y lo había hecho con tanto cuidado, agarrando su mano con las suyas, como si fuera solo una sirvienta.

NOVELA: La villana es una marionetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora