La belleza de la muerte (2)

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Los ojos de Vera se abrieron como platos.

Esta fue la primera vez que Cayena mostró una respuesta tan tibia a Raphael Kendrey.

Era un secreto a voces que la relación entre el emperador y el Duque Kendrey era mala, y aunque se desconocía por qué era tan mala, el emperador estaba frustrado por la fascinación de Cayena por Rafael.

“Si Lord Kendrey se convirtiera en el yerno del Emperador, puede haber problemas con la estructura de poder”.

Era una declaración bastante simple, pero era un problema que Cayena nunca parecía considerar antes de ahora.

Vera volvió a llenar el té en silencio y miró el perfil sereno de Cayena.

Cayena escondió una sonrisa tranquila detrás de su taza de té. Este asunto no iría solo a los oídos de Rezef. Sus comentarios seguramente también serían transmitidos al Emperador.

“He sido obstinada e ingenua hasta ahora porque no había entendido la voluntad del Emperador”.

El deseo de Cayena por Raphael era proporcional a la angustia que había causado a su alrededor.

Ella se había forzado a sí misma a entrar en su casa y lo convocó al palacio. Bueno, en realidad, el Emperador había convocado a Raphael al palacio a pedido de Cayena cada vez.

Por supuesto, esto no fue necesariamente para Cayena, sino para humillar a la familia Kendrey al romper el espíritu de su próximo señor.

“Debe haber escuchado tus solicitudes porque tus acciones fueron lo suficientemente apropiadas”.

Cayena estuvo de acuerdo interiormente con las palabras de Vera, pero exteriormente frunció el ceño.

“Como princesa imperial, ¿cómo podría no saber que mi conducta fue inapropiada? Ahora, al menos, debo compensar lo que he hecho”.

“¿Qué estás intentando hacer?”.

“En primer lugar, tendré que arreglar el vestido para la ceremonia de mayoría de edad”.

Vera inclinó la cabeza ya que la declaración parecía totalmente ajena a su discusión.

“Abre el vestidor”.

Pronto, habría un banquete para la ceremonia de mayoría de edad de Cayena.

El vestido que se iba a poner había sido preparado hacía mucho tiempo, pero Cayena quería revisar el concepto para aprovechar el incidente.

“¿Preferirías algo con una espalda hundida para lucir tus hombros?”.

Preguntó Vera.

Al ver el vestido, Cayena negó con la cabeza.

NOVELA: La villana es una marionetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora