𝐋𝐚 𝐜𝐨𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐉𝐨𝐧𝐢𝐚
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Las olas rompían con violencia contra la costa de jonia, arrastrando consigo un cuerpo malherido, con la ropa rasgada y el cuerpo cubierto de cortes y hematomas, jadeó por aire mientras la marea lo empujaba hacia la arena. Su visión era borrosa y su cuerpo le dolía intensamente, pero una chispa de determinación lo mantenía con vida.
De repente, una figura misteriosa se materializó entre la niebla marina. Era una Marai; "la Invocadora de las Mareas", Nami, con su hermosa piel azul y su cabello adornado con conchas marinas. Al ver a Aphelios, se apresuró a ayudarlo.
- No te preocupes -, susurró ella mientras le colocaba una mano en la frente. - Todos estamos ligados al océano-. Nami usó su magia para curar las heridas del chico, dejándolo en la misma costa, en donde lo encontrara una persona de una aldea cercana, quien noto al chico tendiendo en la orilla y pensó si ayudarlo o no seria buena idea, acercándose a el cuerpo del chico moribundo, dando se cuenta de su marca tan rara, decidido lo llevó a su aldea, una pequeña comunidad de pescadores que vivía en armonía con el mar, lo dejo a su suerte apenas el chico despertó, cerca del centro de la cuidad, donde alguien mas capacitado podría ayudarlo. Es allí, que una mujer de cabello lila y una sonrisa, la mas hermosa que había visto, una mujer fuerte y tan hermosa por el sol, se ofreció a cuidar al joven hasta que se recuperara.
Aquella mujer instaló al chico en su pequeña casa cerca al bosque y a la costa, en una pequeña habitación con vista al mar. Le preparó una cama agradable y le dio de comer sopa caliente para ayudarlo. A medida que pasaban los días, aquel chico se fue recuperando poco a poco. La brisa marina y la atención de aquella agradable mujer obraron maravillas en su cuerpo y espíritu, aquella hermosa mujer se encargo de explicarle todo lo que necesitaba saber sobre donde estaba y quien era ella. Navori, una cuidad costera muy cerca del bosque de los vastayas donde estaba ubicada la pequeña casa en donde estaba actualmente.
Un día, mientras aquel chico se se sentaba en el balcón contemplando el mar mientras hacia un pequeño ramo de flores, escuchó un ruido en la puerta, como si alguien tratara de meterse a la fuerza. Al abrirla, se encontró con un chico bastante alto y musculoso, un guerrero imponente con cabello rojo como el fuego y ojos que brillaban con intensidad.
- ¿Quién eres? mejor dicho ¿Qué haces aquí?-, preguntó aquel chico con voz áspera y gruesa.
-La mujer que vive aquí me ha estado cuidando-, respondió con algo de modestia ante la desconfianza que le generaba el extraño. -Estoy agradecido por su hospitalidad-.
Aquel hombre alto y de cabellos rojos frunció el ceño. -No deberías estar aquí- dijo con severidad. -Este es mi hogar-.
- Lo sé- , respondió el invitado. -Pero no tengo a dónde ir, no me he recuperado-.
En ese momento, la madre del chico se acercó a ellos. -Sett, deja de ser grosero - le dijo a su hijo. -Aphelios es nuestro invitado-.
-Pero madre, es un forastero Y PEOR AUN, es un omega protestó Sett. -No pertenece aquí-, diciendo eso ultimo muy sutilmente pero aun así las orejas de su madre fueron capaces de oírlo, ganado se de su madre una mirada de desaprobación que rápidamente se transformo en un cálida sonrisa.
-Todos somos forasteros en algún momento- , dijo su madre con sabiduría. -Lo importante es que seamos amables y compasivos con los demás, no sabes por lo que está pasando y tal vez podríamos ayudarlo, ¿dejarías a un herido e inocente omega morir?-
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𝓐 𝓵𝓪 𝓵𝓾𝓷𝓪 𝓵𝓮 𝓹𝓲𝓭𝓲ó 𝓺𝓾𝓮 𝓬𝓪𝓵𝓶𝓪𝓻𝓪 𝓼𝓾 𝓭𝓸𝓵𝓸𝓻│OMEGAVERSE
FanfictionFan art de la portada: @gazin1234 𝓐 𝓵𝓪 𝓵𝓾𝓷𝓪 𝓵𝓮 𝓹𝓲𝓭𝓲ó 𝓺𝓾𝓮 𝓬𝓪𝓵𝓶𝓪𝓻𝓪 𝓼𝓾 𝓭𝓸𝓵𝓸𝓻 En las vastas tierras de Runaterra, dos guerreros de diferentes mundos se encuentran unidos por un destino inesperado. Aphelios, un noble Lunari...