Eiren.

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El camino hacia Eiren se serpentea entre colinas verdes y frondosos bosques, como un susurro antiguo que guía a los viajeros hacia un lugar escondido del bullicio del mundo. A medida que uno se acerca a la aldea, el aire se vuelve más denso y fresco, cargado de una humedad constante que envuelve todo en un manto de serenidad. Las copas de los árboles se alzan como guardianes silenciosos, sus hojas eternamente perladas por el rocío.

Un espeso banco de niebla siempre flota sobre Eiren, filtrando la luz del sol en suaves haces dorados que apenas alcanzan a iluminar el suelo cubierto de musgo. Es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, donde el cielo gris se encuentra invariablemente con el horizonte, y donde la bruma se desliza entre las calles adoquinadas como un susurro tranquilo.

El olor a tierra mojada es una constante en Eiren, una fragancia terrosa que impregna el aire y se mezcla con el aroma de la vegetación siempre verde. Este olor, profundo y reconfortante, es el alma misma de la aldea, recordando a todos sus habitantes y visitantes que la naturaleza aquí es la dueña y señora.

Las casas de Eiren están construidas en piedra y madera, sus tejados cubiertos de musgo y líquenes, dándoles un aspecto de cuentos antiguos. Las ventanas, con sus marcos de madera oscura, brillan cálidamente desde el interior, prometiendo refugio y calidez. Los jardines están llenos de helechos y plantas que prosperan en la humedad perpetua, sus hojas grandes y brillantes formando un tapiz verde que casi oculta los senderos que serpentean entre ellas.

El sonido del agua es una melodía constante, con pequeños arroyos que atraviesan la aldea, susurrando historias de lugares lejanos y tiempos antiguos. Los puentes de piedra que los cruzan son testigos silenciosos de innumerables pasos y de la vida tranquila que se desarrolla en Eiren.

A medida que uno avanza por la aldea, el ritmo de vida se revela en su calma. Las pocas personas que se ven en las calles se mueven despacio, con una paz que parece provenir de la misma niebla que los rodea. Los niños juegan a la sombra de los árboles, sus risas suaves como el murmullo de las hojas al viento.

Eiren es un refugio en medio de un mundo agitado, un lugar donde la naturaleza y la paz se abrazan en un equilibrio perfecto. Aquí, cada inhalación trae consigo la promesa de tranquilidad, cada paso es una conexión más profunda con la tierra húmeda y viva bajo los pies, y cada mirada encuentra belleza en la simplicidad de la niebla eterna que acaricia todo lo que toca.

Las nubes que rodean aquella aldea escondida entre los bosques anuncian la llegada de una tormenta agitada. Señales de un cambio oscuro que llegaría a la vida de una persona en especial... Una que en estos momentos se encuentra absorto en su inocencia y sin saber que nada sería lo mismo después de ese día.

Caligo: Entre las Sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora