Capítulo Dos.

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Pensaba en que ya nada debía de preocuparlo, después de todo, mientras su madre estuviera bien en México, el podría sobrevivir viviendo en las calles.

El casero le había dado un ultimátum, si en dos semanas, no liquidaba lo que le debía, lo hecharía a la calle.

Se paso una mano por el rostro, llevaba todo el día buscando un empleo, de cualquier cosa, pero el racismo y la xenofobía parecían perseguirlo. Nadie lo contrataba por creer que era un indocumentado más en aquel país.

Su celular sonó estuvo a punto de colgar, pero el número de su madre en la pantalla, lo hizo tomar la llamada.

–Hola Má.
–Hola mi niño, solo llamaba para saber como te fue en tu nuevo trabajo.
–Excelente má, es un trabajo muy fácil y la paga es buenisíma–Un sabor amargo se instalo en su boca
–Lo vez, yo sabía que mi niño era el más lindo de todo el mundo.
Una amarga risa escapo de sus labios.

No podía decirle la verdad a su madre, no en ese momento, sabía que solo se  preocuparia y terminaría queriendole enviar dinero. Y sabía muy bien que ella  apenas podía vivir con lo indispensable.

–¿Estas bien mamá?
–Sí, claro, mañana voy a ir al médico.
–¿Al médico? ¿Estas bien? ¿Necesitas más dinero?
–Tranquilo cariño, solo voy a ir por que me ha dolido la cabeza en estos días, no te precupes no es nada.
–¿Segura?
–Claro–El tono tranquilo de su madre lo confortaba pero una sensación extraña se instalo en su estómago–Te amo mucho mi niño, te dejo, debes estar agotado. Adiós.
–Adiós, Má. Te amo.

El tono del teléfono de colgado lo llenaba se un sentimiento de vacío ¿Por qué sentía aquello instalarse en su cabeza? ¿Por qué una extraña sensación lo había embargado?
Queriendo no pensar en aquello, tomó de nuevo sus papeles, intentaría buscar algun trabajo y poder enviarle dinero extra a su madre, sí tan solo no se hubiera chocado con aquel miserable.

*ೃ✧*ೃ

–¿Y sólo yo tengo esa estupida imposición?–Preguntó fastidiado.
–No, también Charles lo tiene que cumplir.
–Tienen que estar jodiendome.
–No es nada del otro mundo Max.
El rubio suspiro de nuevo, sabía que la condición para acceder a su parte de la herencia sería una estupidez.

–Vamos, Maxie, ¿Qué tiene de malo?
–Nada...sólo...–Sabía lo que estaba mal con aquello y no podía mas que detestar a muerte aquella estupida idea.
–¿Qué pasa?
Su mente viajaba a mil por hora, se había decidido a obtener la herencia costara lo que costara.
–Me largo...–Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacía la puerta.
–Aún te extrañamos Max, sobre todo Christian.

Se detuvo sosteniendo la perilla, aquello le resultaba una completa estupidez.
–Saluda a papá por mi–Dijo sin voltear a verlo.
Salió del despacho de su padre sin mirar atrás, tenía que pensar que hacer.

*ೃ✧*ೃ

–En que quedamos Oli...
–Lo siento–La pequeña agacho la cabeza triste.
–Ven aquí cariño–La pequeña corrio a sus brazos y se refugio en ellos.

Habían pasado apenas unos días desde que la había conocido y un sentimiento protector se había instalado en él.
La niña era demasido pequeña para estar vagando por las calles de la ciudad. Ahora sabía que tenía seis años.

De pronto, sintio como la pequeña comenzaba a llorar inconsolablemente, la preocupación se instalo en él al pensar que estaba herida.
–Mis abuelitos...
–¿Qué pasa cariño?
–Mi abuela se cayó ayer...
El corazón de Sergio se estrujo al saber que Olivia se exponía al intentar ayudar a la única familia que tenía.

De mutuo acuerdo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora