–¿Esta aquí por voluntad propia?–Dios, tenía tantas ganas de decir que no, pero sabía que el problema sería muchísimo más grande.
–Sí–Dijo con voz temblorosa, Oscar lo había hecho cambiarse de nuevo, por un traje blanco, le había dicho que tomarían algunas fotos para que aquella pantomima luciera más creíble para los que serían sus futuros suegros.
Todo parecía transcurrir ajeno a él, pero en realidad era uno de los protagonistas. Hasta el momenot en que tuvo que firmar el acta.
Leyo sus datos en el acta, pero vio que su edad tenía un error, justo cuando iba a decirlo, Max le tomó la mano, aquel acto le hizo saber que era algo que él había planeado.
Sin más, con manos temblorosas firmo de nuevo sobre la línea que decía su nombre y dejo su huella sobre ella.
Ahora estaba casado con Max Verstappen, con un hombre que solamente lo utilizaba para poder obtener una herencia.
–Estan oficialmente casados, felicidades señores Verstappen, se pueden besar.
Su cuerpo se tensó, eso debía ser una estupida y mala broma, miró a Max con pánico, creyendo que él solamente se alejaría, pero lo que hizo lo descoloco por completo.
Max lo tomó por la cintura, y sin más lo acercó a él, su agarre era fuerte, y sin más unió sus labios, aquello le había provocado nauseas, como era posible que hiciera aquello, el flash de la cámara le hizo recordar que todo aquello era una farsa.
Sin otra opción cerró los ojos y abrió los labios, percibio el flash entre sus ojos cerrados y se separó lo más deprisa que pudo, a pesar de haber sido un toque superficial, muchas cosas en su interior se removieron, entre ellas el pánico.
El confundir sus sentimientos no le traería nada bueno, además todo debía ser debido a todo lo que estaba pasando, hace unos días era un desempleado vagando por las calles, y ahora era esposo de un hombre multimillonario.
Todo debía de ser un mal sueño, del que pronto despertaría, se seguía repitiendo, pero sabía que todo aquello era real, tan real como aquellos labios carnosos que habían removido tanto en su interior.
Observo a Oscar que asentía con la cabeza, al parecer todo estaba saleindo conforme al plan, vio al joven acercarse y entregarle una cajita de terciopelo a Max.
–De ahora en más tienes que llevar el anillo, no podemos arriesgarnos a que salga alguna foto y comienzen especulaciones.
Max tomo su mano y colocó en su dedo anular un exqusito anillo que le quedaba a la perfección, era una sencilla banda de platino que llevaba algunos pequeños cristales que intuía eran diamantes.Su mano se sintió extrañamente pesada, como si con aquello, toda aquella farsa fuera aún más real, no podía creer que algo tan sagrado para él como lo era el matrimonio, se estuviera viendo tan manchado de esa manera.
Vio como Max se colocaba un anillo un poco más grueso y aquello le pareció curioso, pensaba que tal vez él solamente era quien tenía que fingir el papel de un esposo, pero al parecer aquello tenía que ser perfecto en todos los aspectos.
Max comenzó a caminar sin decirle nada, y poco a poco comenzo a seguir sus pasos, debía ser momento de ir a firmar los papeles de adopción, aquello quizá, era lo único bueno de todo aquello, aunque después la pequeña Olivia sufriera.
Max y Oscar hablaban de algo que no podía entender, pues hablaban en otro idioma que no podía distingir, se sentía tan vulnerable y aquella sensación le frustraba.
Oscar le abrió la puerta y entro la auto, antes de otra cosa, tenía que preguntarle a Max algunas cosas mas. Una vez ambos en el auto, decido que era el mejor momento.
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De mutuo acuerdo
RomanceSergio no sabía que aquel incidente no solo lo dejaría sin trabajo, si no que le cambiaría la vida.