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Había llegado la fecha del súper clásico, mes después de nuestra cita con Felipe, las cosas iban de maravilla, de vez en cuando hacíamos videollamada, pero no nos vimos frente a frente

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Había llegado la fecha del súper clásico, mes después de nuestra cita con Felipe, las cosas iban de maravilla, de vez en cuando hacíamos videollamada, pero no nos vimos frente a frente. Cómo me dijo en la cancha, la próxima vez que nos veamos seria viendo este súper clásico y así fue.
Este era más importante que el anterior, se jugarían cuartos de final de la Copa de la Liga y lo vería junto a Felipe, en mi casa.
Estaba preparando la cena mientras lo esperaba, había decidido preparar unos capeletinis con crema, habíamos coincidido que era nuestra comida favorita. Al poner la pasta a hervir sonó el timbre.

Fui hasta la puerta y la abrí encontrándomelo a Felipe. -Hola, linda. -Me saludó con un beso en el cachete.

-Hola, Feli. Pasa, estaba cocinando. -Me hice a un lado y cuando entró, cerré.

-Uh, que rico. -Habló mirando la olla. -Traje Coca.

-No hacía falta, métela en la heladera. -Hizo lo que le pedí. -Ponete cómodo, tranqui. -Estaba vestido con la misma camiseta de River que el día que nos conocimos, llevaba una bermuda negra y unas zapatillas que al pedirle que se ponga cómodo se las sacó.

-Pensé que como me invitabas a tu casa ibas a estar más presentable, no sé, sin esa camiseta de mierda. -Habló apoyándose en la mesada detrás mío. Igual que él, yo tenía la camiseta del día que nos conocimos.

-Pero si estoy de gala, ¿qué decís? -Pregunté sirviendo la pasta en los platos.

-Dame que te ayudo. -Agarró los platos y los llevó a la mesa. Acomodé la tele frente nuestro y me senté al lado de él.

-Fea tu remera, eh. -Hablé cuando empezó el partido.

-Cállate un poco. -Habló mirándome.

-¿Es necesario que me mires así? -Pregunté conectando miradas.

-Si, sos muy linda. -Sonrió y volvió su vista al partido, imité su acción, pero con los cachetes colorados.

-Voy a buscar la coca. -Él asintió y unos segundos después volví con la bebida.

-Hagamos algo. -Se atrevió a hablar después de un silencio mientras comíamos.

-¿Qué cosa? -Pregunté.

-Si empatan en los noventa minutos me das un beso. -Propuso antes de terminar de comer.

-Ah, estás atrevido. -Bromeé y terminé de comer. -Acepto. -Estrechamos las manos en broma y prestamos atención al partido.

Sentimientos en la cancha | Felipe OtañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora