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— Enzo suspiró. obviamente estaba claro que algo andaba mal, aunque ya había dicho un par de veces que no, que todo estaba bien. pero vos lo conocía lo suficiente como para saber que estaba mintiendo. tenía el cabello recogido, la mandíbula tensa y no había dicho una sola palabra de cariño desde que se vieron. Tenía un libro en sus manos, pero su mirada había estado vacía y fijada en la misma página durante al menos 5 minutos.
Sabías que era, en cierto modo, pinchar al jaguar con un palo corto (sobre todo porque ya te había dejado claro que no quería hablar contigo), pero también sabías que tenías que insistir. No estaba en condiciones de permanecer en ese horrible clima.
"Enzo, es serio. Si no hablamos, esto no..."
Antes de que pudieras continuar con tu razonamiento, el hombre de repente se levantó, dejó caer el libro que pretendía leer en el sofá y caminó hacia la cocina. Caminó dándote la espalda, como si tu presencia fuera algo que quisiera fingir que no estaba allí.
Duele un poco, para ser honesta. pero no podías dejar que el dolor hablara en voz alta.
"Es curioso que ahora quieras hablar". lo escuchaste murmurar a lo lejos, removiendo algo en la cocina.
"no entendí."
"Dije..." y regresó a la habitación, con un vaso de vidrio vacío en la mano. Su andar transmitía ira. "Que ahora quieres hablar."
"He estado tratando de hablar desde temprano, enzo." paciencia, pensaste para vos misma No podía ceder a sus provocaciones. No querías pelear ni convertirlo en una pelea.
De todos modos, cuando uno no quiere, dos no pelean.
"Sí, realmente lo es". Iba a beber del vaso, pero cuando se dio cuenta de que estaba vacío, regresó a la cocina. "Pero no es conmigo con quien intentabas hablar, ¿verdad?" gritó por encima del hombro, aunque su rostro permaneció hacia un lado. Evité sus ojos a toda costa.
No pudiste manejarlo. "¿Esto es por Matías?" Fue cínico. único. el silencio dijo todo lo que necesitaba.
bingo.
"No." Escuchó un carraspeo después del largo silencio. Apenas pude escuchar lo negativo.
Regresó el uruguayo, ahora con el vaso lleno, pero claramente el agua era sólo una distracción. Dejó el vaso abandonado sobre la mesa de café, sin prestarle mucha atención.
"No lo hagas, Enzo."
"tú eres la que se hace a sí mismo". Cogió el libro y reanudó la lectura simulada (el libro estaba al revés).
Quería gritar, ponerme encima de él, obligarlo a escucharte a toda costa y romper esa horrible atmósfera de tensión. Quería que te besara, se disculpara por ser idiota y hiciera que todo volviera como a ti te gusta. Pero Enzo no parecía estar pasando un momento particularmente fácil esa noche. y poco colaborativo.
"Honestamente, Enzo." Comenzaste, tratando de recuperar tu comportamiento tranquilo. "Él es tu amigo. Estábamos hablando de ti, de hecho..."
Enzo te interrumpió nuevamente, ahora arrojando el libro sobre la mesa, casi derribando el vaso con tal estruendo.
"No quiero escuchar de qué hablaron ustedes".
"Si no me escuchas, no lo entenderás. Y necesito que..."
"No necesitas nada de mí. Puedes llamar a Matías. Él te dará ayuda."
Enzo se levantó del sofá - estaba inquieto, yendo de esquina a esquina - y ahora caminó hacia ti. Estabas de pie, apoyado contra el marco de la puerta. No mencionó nada, solo se quedó parado quieto, mirándote. tu cara estaba ligeramente fruncida y tu vista tenía el rastro de tristeza en el fondo.
A pesar de lo molesta que estaba, entendía los celos. tu y matias han estado muy unidos en los últimos días y hablando de temas que dejan afuera a Enzo, con poco espacio para encajar para hablar juntos.
era hora de hacer las paces.
Aprovechaste la cercanía y le extendiste tus brazos. Enzo no pudo soportarlo (nunca pudo soportarlo cuando le pedías un abrazo) y te dio un besito en la frente. Toda la pose de macho bruto que sostenía con tanto orgullo hace unos minutos se vino abajo. Esa fue su señal. "mi amor, no seas así. estás siendo injusto. Te amo mucho" dijiste en voz baja, aprovechando para finalmente abrazarlo. el contacto de la piel fue suficiente. sentiste que te relajabas casi automáticamente. Cómo lo amabas, todo de él.
el hombre se derritió junto a ti, aprovechando para apretar tu rostro entre sus fuertes manos. "Oh bebe." suspiró, llenando todo tu rostro con varios besos. "Lo siento. Creo que fui realmente injusto".
"está celoso." No pudo evitar comentar la morena, te apretó más fuerte, deteniendo los besos brevemente. Capturó tu boca con calma y sentiste que intentaba evitar enojarse. era casi palpable.
"está celoso." repetiste suavemente, casi inaudible, tocando tus labios.
Quedaste satisfecha. una confesión a la vez.
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