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— "Oh amigo. ¡Muchas gracias por venir hoy, de verdad!", suspiraste agradecido, estirando todo tu cuerpo y masajeando un punto específico de tu espalda. Maldita sea el momento en que decidí armar tres estantes yo solo. Bendito fue el momento en que su amiga Fran aceptó venir a ayudarla.
"De nada, amigo. Siempre puedes contar conmigo". él sonrió, genuino. y sabías que podías. Fran fue uno de sus amigos más antiguos y probablemente uno de los que mayor estabilidad tuvo en su vida.
Había tres certezas que llevaba consigo: el cielo era azul, nada como un día tras otro y Fran Romero estaba siempre a una llamada de distancia.
El argentino había llegado a su apartamento 15 minutos después de que le enviara un mensaje pidiendo ayuda, con café, un panecillo dulce y un martillo. Pasaron una tarde más que divertida. Era increíble estar con él: su energía ligera y tranquila era suficiente para hacer que ese lío de tornillos fluyera de la mejor manera posible.
"Bueno, tus muebles ya están levantados y estoy saliendo. ¿Ni siquiera recibo un beso de agradecimiento?", Fran le guiñó un ojo, ofreciéndole su propia mejilla. era muy adorable.
Asentiste rápidamente, poniéndote de puntillas y levantando tu cuerpo para besarlo. Sin embargo, perdiste el equilibrio (¡maldito Fran y tus 1 metro y 83 centímetros de altura!) y acabaste plantándole un beso en la boca. el encuentro de tus labios te hizo sentir una corriente eléctrica. Cuando se dio cuenta de su error, se alejó rápidamente y miró fijamente esos ojos brillantes.
No sabía muy bien qué decir. o qué hacer.
algo pasó.
y estaba seguro de que Fran también lo sentía.
En cuestión de segundos, te acercó con su mano en tu cintura. "permiso." habló, aunque no estaba pidiendo ningún permiso, y te besó ferozmente. tú correspondiste, perdida en esa nueva sensación. Era cierto que llevabas mucho tiempo coqueteando, pero de tu parte, y me imaginé que de la de él también. Nunca fue más que una broma tonta.
una broma tonta e insistente que llevaba meses sucediendo. Pensando en ello, en la forma en que te besó, tal vez hubo algo real.
Te estiraste tanto como pudiste, con tus brazos alrededor de su cuello para bajarlo y mantener tus cuerpos cerca. tenía sus manos firmemente en tu cintura, devorando tus labios como si su vida dependiera de ello. Cuando la lengua pidió permiso, supe que estaba perdido.
Fran fue muy cuidadoso, sus manos subían y bajaban desde tu cintura hasta tu espalda, desde tu espalda hasta tu hombro, las puntas de sus dedos te ponían la piel de gallina. fue respetuoso y evitó partes descubiertas de su cuerpo. El respeto fue encantador, pero no te gustaba tanto en ese momento. Aprovechó que una de las manos del chico había regresado a su cintura para guiarla hasta su trasero. lo presionó rápidamente. No pudiste contener el gemido que escapó de tu boca y te pareció particularmente maravilloso gemir durante el beso.
los toques se volvieron más intensos en ambos lados - Fran, ahora, no se inclinó y atacó su cuello mientras sus manos recorrían todo su cuerpo; Aprovechaste para rascarle el cuello y la espalda, dejándolo completamente sumiso.
Separaron sus rostros, sin aliento, pero dejando que sus cuerpos permanecieran en la misma posición. La sonrisa de Fran era enorme. "Siempre quise hacer esto". Comentó, frotando sus labios suavemente contra los tuyos.
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