CAPITULO 16: Nada mejor que el sabor de la droga para calmar depresiones.

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Los Ángeles, California / Estados Unidos

Alejandro

Acabando la primera vuelta me bajo de la moto, espero los típicos aplausos y el bullicio que siempre está presente, pero lo único que escucho es la musica de fondo, y, aunque algunos de mis compañeros están a mis lados dándome palmaditas de orgullo lo único en lo que puedo estar atento es en los gritos que escucho de fondo.

Algún borracho debe estar gritando, no te alteres.

Son gritos de mujer.

Entonces una borracha, solo ignóralo.

Y lo haría perfectamente, la cuestión es que reconozco los gritos de esa persona. Sin esperar mucho más me dirijo al punto del ruido.

–¡Eres una maldita perra prostituta!... ¡le jodiste la vida y aun asi vuelves pedazo de estúpida ojalá ardas en el...!

Los gritos se vuelven más audibles cada vez que me acerco, la ultima oración quedo en silencio en el momento en que Elowen se giro a verme, estaba totalmente roja por la ira.

Mientras que la otra parte simplemente estaba cruzada de brazos, con una clara mirada cansada, como si todo lo que le gritara aquella chica le valiera tres hectáreas de mierda.

–¡¡¡MI AMOR!!!

De un momento a otro siento como alguien se lanza hacia donde estoy, la esquivo rápidamente y tomo las muñecas de Elowen alejándola cada vez más.

Como odio a esta chica.

Mi mirada es helada, la chica se queda en su lugar, quieta y mirando al piso. A veces me pregunto del porque esta chica no está en un psiquiátrico.

Camila simplemente rota la mirada entre nosotros, su expresión cambia y ahora una risita burlona sale de su boca.

–Estúpidos.

Dice en un susurro, mira a Elowen que sigue algo roja, con la respiración acelerada, su mirada esta en sus pies sin prestar atención a la chica. Camila empieza a negar la cabeza y se va sin decir mucho más, simplemente me dedica una mirada de "Calma a tu perra" y se va.

Demasiado descriptiva la mirada diría yo.

Aun había personas alrededor pendientes de la situación, otros ya se habían dispersado, y por último una mirada profunda que seguía mirando a la nada, claramente apenada.

Vine por chisme y terminé en un lio ridículo.

Me giro para ir a mi torre hasta que unas manos delgadas me toman por el brazo.

–¿Cómo estás?

–No tengo tiempo para esto.

Contesto en un tono seco, me puedo zafar de su agarre fácilmente, pero sé que me tiene que decir algo y prefiero soportarla ahora y no en otro momento donde esté más enfadado.

–No contestas mis llamadas, los mensajes que te envió ni los miras... es claro que me estas ignorando– Dice después de unos minutos.

–¿No será porque la ultima vez que hablamos te deje claro que no quiero nada más contigo? Por mi no hay problema en repetirlo.

¿estoy siendo demasiado directo? Puede que sí. ¿Me afecta? Claro que no. Entiendo que hay personas que toman a mal que les digan las cosas, pero lo que no entiendo es el porque no dejan todo como esta. ¿es tan dificil olvidar un simple acoston?

–Mira yo no quiero terminar mal contigo...

–Yo no quiero tener nada contigo.

–Pero las cosas se pueden hablar y resolver– No le importo que la cortara a mitad de la oración, simplemente sigue hablando como si realmente quisiera escucharla.

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⏰ Última actualización: Feb 21 ⏰

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