«Quienes están destinados a ser, siempre acaban siendo»
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Después de acabar las vacaciones Mía vuelve a su pueblo, donde verá después de todo este tiempo a su mejor amigo del cual está enamorada. Ella suspi...
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“All I Ask - Adele”
—¿Entonces? —preguntó Clara mirando especialmente a Mía.
—Definitivamente no. —sentenció ella negando con la cabeza mientras miraba con cara de horror la atracción, para nada favorita, que tenía delante.
—¿Tienes miedo? —susurró detrás de ella Noah. Pudo sentir cómo se erizó cuándo el chico de ojos negros clavó la mirada en ella.
—Si ella no quiere entrar, no lo haremos. —habló Mike agarrándola del brazo y pegándola a él.
Mía se sentía cómo una muñeca a la que le faltaba el aire. Desde que se encontraron con Clara y Noah ha habido un aura incómoda alrededor de ellos.
Mike y la pelirroja iban detrás mientras el castaño se quejaba de la presencia de la parejita, cómo los llamaba él. Han estados en cinco atracciones del parque y todas las ha eligido Clara, éso molestó mucho a Mía porque su novio no decía ninguna palabra.
Lo que sería un día feliz para Mía se convirtió en su mayor pesadilla cuándo la chica propuso entrar a la casa del terror. La pelirroja odiaba con toda su alma aquel lugar, después de pasar lo que juró que fue su mayor vergüenza, prometió nunca volver a pisar una casa del terror.
Ella se vió acorralada bajo la mirada de todos, Clara la miraba con burla escondida, Noah con curiosidad y su amigo con pena. No quería la pena de nadie y tampoco quería que pensaran que era una miedosa.
—Está bien, entremos. —dijo decidida la pelirroja pero por dentro se sentía cómo una gelatina.
—¿Estás segura? No tenemos que entrar si no quieres. Podemos ir a otro lugar. —le dijo el castaño. Sólo le bastó mirar sus ojos para saber que detrás de esas palabras comprensivas se escondían súplicas para continuar caminando, y continuar cerca de la chica de ojos pardos.
—Tranquilo, estoy segura. —Era tan buena mintiendo que incluso ella misma casi se lo cree.
Compraron el ticket correspondiente y Mía a cada segundo que pasaba sentía que su corazón dejaba de latir para después golpear fuertemente su caja torácica.
Cuándo entraron sólo había oscuridad y ella se aferró al brazo del que creía que era su amigo.
A medidas que avanzaban se escuchaba una melodía tétrica y oscura, Mía escuchó un grito proveniente de Clara y ella también gritó pensando que había ocurrido algo, pero sólo era la pelinegra jugándole una broma.
Ella seguía aferrada a aquel brazo aún sin estar completamente segura de que fuera el moreno, pero estaba tan asustada que no le tomó importancia.
Seguían caminando y los minutos parecían horas para la pelirroja, ella aún recordaba aquella vez en la que pasó la mayor vergüenza de su vida, nadie pretendía que el susto fuera tan grande que ocasionó que se orinara en sus pantalones.