Koushi Sugawara | Don't put the blame on me

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Era una mañana tranquila de lunes, la temperatura que acompañaba los calurosos días de agosto se había incrementado y por ello podías sentir cómo tu cuerpo empezaba a volverse pegajoso debido al sudor, haciendo que tu uniforme de verano se pegara de forma incómoda a tu piel. La falta de ventilación en el estrecho cubículo hacía que incluso tu respiración se sintiera sofocante, te pasaste las manos por la cara una vez más tratando de calmarte, con el corazón latiendo de forma rápida y el estómago revuelto decidiste salir de aquel lugar.

Por suerte eras la única que se encontraba en el baño a esa hora de la mañana, todos debían estar en sus respectivas clases, esperabas que fuesen ajenos a lo que sucedía. Te miraste al espejo y sentiste a tus ojos humedecerse repentinamente, rápidamente sacudiste la cabeza y abriste la llave del agua para mojar tus manos y tu cara.

Patética.

Te diste una última mirada y chasqueaste la lengua mientras endurecías la mirada, tú no eras la clase de chica que se hundiría por una situación como esta. Definitivamente no.

Con un último suspiro, saliste del baño y te dirigiste hacía la clase de historia que había iniciado hace más de cuarenta minutos, conocías a la profesora y estabas segura que ella entendería la situación y te dejaría ingresar al aula. Tu clase era la 2-5, la clase para cerebritos, como solía llamarla tu madre. No te molestaba, siempre te había gustado destacar y  los estudios no serían  una excepción.

Cómo habías supuesto, lo primero que hizo la profesora al verte en la entrada del salón fue dirigirte una mirada comprensiva acompañada con algo de pena, no le diste importancia, lo que ella opinara no era asunto tuyo.

Con una sonrisa de boca cerrada, te indicó que tomaras asiento, le agradeciste con una pequeña reverencia y te dirigiste rápidamente a tu asiento, con la mirada clavada en tus zapatos, ¿el suelo siempre había sido de ese color? Decidiste que sería mucho mejor enfocarte en eso antes que alzar la mirada, pero podías sentirlo, no era algo que pudieras ignorar realmente, cómo las miradas de tus compañeros de clase estaban fijas en ti, claro que sí.

Habías sido muy ilusa al pensar que serían ajenos a la situación, no en un lugar donde todos tenían acceso a las malditas redes sociales. Si te dabas vuelta alguien detrás tuyo dejaba de mover los labios, pero no importaba, porque ya lo dijo. Lastimosamente los chismes son como la luz, se expanden y amplifican. Te alcanzan.

Tomaste asiento y abriste la primera página de tu libreta. La profesora continuó con su explicación y poco a poco dejaste de sentir la atención en tu persona. Aún así había algo, alguien. Con curiosidad levantaste la mirada hacía tu izquierda y te encontraste con la suya.

Koushi Sugawara, aquel joven con cabellos platinados y ojos amables. Nunca sabrías si en realidad la luz siempre lo favorecía o solamente era el aura que salía de él. Koushi brillaba, en cualquier situación, él brillaría y las personas alrededor de él lo dejarían ser, descolocaría las miradas y todos se lo permitirían, haciendo y deshaciendo a su favor. Pero había una razón para esto, claro. La calidez con la que sus ojos se entrecerraban con suspicacia, la fertilidad de su risa, el tono melifluo y suave con el que envolvía cada fonema. Así de hermoso era Koushi. Y nadie jamás podría ser ajeno.

Sostuviste su mirada por unos segundos, dos o tres, sintiendo el aire estancarse en tu pecho, esperando alguna reacción negativa. Nada. Koushi se limitó a regalarte una pequeña sonrisa y luego su mirada volvió al pizarrón adelante. Pero esa mirada en sus ojos color avellana escondían algo, pensamientos que él jamás compartiría contigo, sabías que era demasiado correcto cómo para brindarte su exagerada pena y preocupación. Pero ahí estaba. Lo sabías perfectamente. Él lo había visto ya.

Después de todo, esa mañana habías seguido tu rutina matutina sin ningún problema, demasiado ocupada cómo para chequear algo más en tu télefono que no fuera la hora. Era un día despejado y te habías entretenido con tus pensamientos cuando notaste a tu mejor amiga parada cerca a la entrada de la escuela preparatoria.

HAIKYUU ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora