Keiji Akaashi | Bloody Mary**

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Este capítulo contiene contenido sexual explícito, cómo se indica en el título(**) leer con discreción. ;)

Si les agradó el capítulo, no olviden dejar su estrellita⭐️⭐️

Eran inicios de enero y las calles se coloreaban de un hermoso blanco. Las personas, usualmente, se dividían en dos grupos, aquellas que aprovechaban las vacaciones de inicio de año y fiestas para salir a pasar tiempo en familia o junto a su pareja o amigos. Y luego estaban aquellos cómo tú, que aprovechaban el clima frío en el exterior para quedarse en casa todo el día.

Justo cómo ahora, te encontrabas envuelta en tus sábanas, aunque la calefacción estuviera encendida dentro de tu hogar, no te podías sentir tranquila hasta que fueses solo un bulto bajo aquellas mantas. Aún así, podías sentir un vacío en tu espalda, una corriente de frío que ni siquiera las tres mantas sobre ti podrían cubrir.

Con mucho cansancio, te obligaste a abrir los ojos, por la luz que dejaba ver el espacio en la ventana que no alcanzaba a cubrir las cortinas, pudiste observar el cielo. Aún estaba oscuro afuera, no debían de pasar de las cinco de la mañana seguramente. Suspiraste y con movimientos muy lentos diste media vuelta en la cama, enfrentándote a la razón de tu inquietud.

Tu novio. Oh, tu lindo y amado novio dormitaba tranquilamente, su expresión calmada no muy diferente a la que solía tener cuando estaba despierto. Dedicaste un momento en observar fijamente cada espacio en su rostro, sus cejas pobladas que tanto te gustaban y a las que, contra la voluntad del pobre chico, estilizabas cada mes sin falta alguna. Siempre te había parecido injusto cómo las pestañas de tu novio eran tan largas y enchinadas. Solías hacer pequeños berrinches mientras te maquillabas con él al lado dándote ánimos. No tomándote en serio realmente. Su cabello azabache caía agraciadamente por su frente en pequeñas ondas, se lo había estado dejando crecer últimamente y tú no podrías estar más feliz por ello.

El siguiente objetivo de tu mirada fueron sus labios, no eran realmente finos pero tampoco lo suficientemente gruesos cómo para ser llamativos. Estaban bien. Eran perfectos. Al igual que todo en él.

Suspiraste cómo una tonta enamorada y sonreíste antes de mover tu cuerpo un poco y acercar tu cabeza hacía el pecho del chico. Hundiendo tu rostro y captando profundamente el olor de su piel. Lavanda y un poco de loción refrescante. Maravilloso. Cerraste los ojos esperando poder dormir un par de horas más antes de que el cielo se aclarara y ambos tuvieran que salir de aquel cálido lugar y empezar con sus labores.

Media hora después, despertaste nuevamente, sintiendo una molestia en el vientre, decidiste ignorar aquello y te acomodaste boca arriba sintiéndote algo sofocada. Pasaron los minutos y las punzadas en tu vientre bajo sólo empeoraron, confundida llevaste tus manos a este intentando darte un pequeño masaje y fue cuando caíste en cuenta, despertando por completo. Maldiciendo estiraste tu brazo hacía la mesa de noche a tu lado y tomaste tu teléfono verificando la fecha. Cómo lo habías temido. Era tu período.

Nunca habías sido una chica realmente regular, pero hacía un tiempo de iniciada tu relación con el chico que descansaba a un lado tuyo y, por lo tanto, tu vida sexual, habías iniciado a utilizar anticonceptivos que habían modificado completamente tu ciclo. Haciendo que ahora empezaras a sangrar cada mes en la misma fecha, a veces un día más o uno menos, pero esa regularidad era algo a lo que aún no te acostumbrabas, normalmente eras muy consciente de los síntomas que se presentaban pero esa semana habías estado tan ocupada con tus prácticas laborales que no tenías cabeza para nada más.

Con movimientos limitados y con mucho miedo de despertar al muchacho pelinegro, te removiste quitando parte de las sábanas para observar la parte baja de tu cuerpo, tu mirada dirigiéndose a tus pantalones de pijama los cuales habían sido un regalo de Navidad y ahora se veían arruinados, efectivamente, no estabas equivocada pero aún así no era la mancha roja en tu entrepierna lo que te preocupó, no. Lo verdaderamente preocupante fué la mancha bajo eso, la enorme mancha roja sobre la sábana blanca que cubría el colchón y podrías jurar con todas tus fuerzas que había manchado parte del colchón también.

HAIKYUU ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora