Conducta en Navidad

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Vamos por el pan dulce y el vittel toné. Nos llama la música y el reencuentro familiar en la casa del tío Jaime. Silvina, su esposa, se encarga de vestir la casa con flores de Navidad que hace perdurar hasta el siguiente año. Los Muérdagos y las Nandinas, acompañadas de rosas decoran las mesas esperando la llegada de los comensales. El olor a pino inunda la sala familiar colmada de pequeñas luces que cuelgan como luciérnagas en la noche.

Poco a poco se acercan cada uno de los invitados, que no llegan con las manos vacías. Los primeros en llegar son los abuelos que traen la tarta de atún, especialidad de la bisabuela Tita; junto con los regalos más grandes que Papá Noel dejó en su casa. Los tíos y los primos, que cada año se multiplican, llegan con piononos, empanadas, arrollados y sándwiches de miga que dejan en la mesada de la cocina esperando a la hora de la cena.

El tío Iván pincha el primer barril del fin de semana. Habían dejado vasos de liso en el freezer que sacan para servir la primera tirada de cerveza. El vaso se deja a 45° con el pico del grifo dentro para que la cerveza caiga lentamente creando una espesa capa no muy gruesa de burbujas que van a servir de aislación entre el líquido y el oxígeno del exterior para que el liso no pierda rápidamente el CO2 acumulado en su composición. El primer liso va para el tío Jaime por ser el anfitrión de la fiesta.

Los pequeños humanos corretean por todas partes esperando que llegue la medianoche para abrir los regalos rompiendo el papel con entusiasmo. De fondo se escucha un murmullo con ritmo a cumbia que el primo Mati levanta para empezar a bailar.

A las 11:50, con las copas en las manos y Crónica de fondo, nos preparamos para brindar y abrir los regalos. Los niños esperan con ansias sentados alrededor del arbolito que prende y apaga sus luces en distintos ritmos.

Son las 12 en punto y la televisión nos avisa que ya podemos alzar nuestra sidra golpeando las copas los unos con los otros. Algunos tíos y primos se tiran a la pileta para refrescarse y seguir celebrando toda la noche. El tío Fernando agarra el micrófono y empieza a cantar unos tangos mientras los adolescentes le tiran con espuma en lata que tenían escondida para ser usada en el momento perfecto.

A las 12 P.M. del día siguiente, todos siguen de fiesta que no va a acabar hasta dentro de unos días.

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