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Todo iba mal. Definitivamente había algo extraño con ese lugar. Desde que ingresaron al restaurante nadie les había quitado la mirada de encima. Aquellos, los que trataban de ser disimulados, los veían de reojo con recelo, mientras que otros a los cuáles no les importaba incomodarlos les miraban de arriba abajo, analizando su vestimenta y casi con un sentimiento de odio.

Dentro había una gran barra que dividía el pequeño espacio, justo al fondo estaba la cocina de dónde salía ese olor exquisito que tenía tan cegado a TaeHyung, que por cierto, él era el único que no notaba todos los pares ojos puestos sobre ellos, y sí lo hacía, realmente no le importaba, sólo se concentraba en buscar una mesa decente y libre para poder sentarse.

Había descartado la barra que por un lado tenía bancos, ya que un sujeto erguido, con ropa algo desgastada y sucia se encontraba ahí sentado haciendo nada. Era el único que no les miraba, al menos no tanto, pero tampoco comía y parecía que estaba bajo sustancias alucinógenas, hacía tronar sus dientes amarillentos y sus ojos desorbitados parecían querer salirse de sus cuencas. Estaba perdido en su propio mundo, pero inspiraba algo de inquietud.

—Ahí —. Señaló TaeHyung hacia una mesa que tenía sillones aparentemente muy cómodos.

Decir que Moonbyul estaba calmada era una gran mentira, sus orbes no dejaban de ver todo el lugar tratando de comprender por qué es que estar ahí le causaba un dolor inexplicable en el pecho. También tenía una fina capa de sudor en la frente. Estaba en alerta y trataba de no mostrar miedo al ser el punto de atención. No obstante, sus pasos eran torpes y no dejaba de acomodarse su rubio y largo cabello en señal de nerviosismo.

Pero, de lo que ambos no se habían percatado es que un chico de baja estatura y cabello dorado les observaba con sus ojos bañados en un bonito azul brillante. La intensidad era clara en su mirada. Y sus labios eran relamidos repetidas veces como un animal que no había comido en semanas, cazando a sus presas.

Fue entonces que se acercó con cautela, con brinquitos pequeños hasta llegar a su mesa y sobresaltarlos por haber salido aparentemente de la nada. Mostró una resplandeciente sonrisa, enseñando sus encías rosadas y sus perfectos dientes blancos.

—Wow, ustedes son muy bonitos—. El chico los admiró sin vergüenza alguna, deleitándose con lo que tenía enfrente. Dejando de momento sin habla a la pareja. —¿Qué van a ordenar? —. Dijo con su voz aterciopelada, tan suave y con un tono dulce que tiraba a ser empalagosa. Su izquierda levantó la pequeña libreta para anotar lo que sea que fueran a pedir. Aunque él estaba más ocupado admirando a la rubia de ojos claros y su perfil hermoso, mientras que TaeHyung le había impactado por ese sedoso cabello y la sonrisa que le dio curvando sus labios hacia arriba.

Sus manos picaban por tocarlos y chillar por lo atractivos que le parecían. Un punto que le volvía loco y le hacía soltar una risilla quisquillosa era que ambos se veían con una perfecta piel, quizá podría hacerse un abrigo, un tapete o simplemente conservar sus pellejos como trofeo en su casa.

Incluso se veían bien comidos y gorditos, es decir, no se veía que estuviesen con una mala nutrición. Seguramente su carne estaría blandita y sabría deliciosa en un rico filete o sopa. Un postre también sonaba muy tentador.

—Ah, sí, ¿cuál es el especial de hoy? —. Moonbyul habló con brusquedad, harta de los intensos ojos azules verlos de aquella manera que le ponía los vellos de punta.

Aunque eso le había desagradado al chico bajito. Por lo visto su actitud no era tan linda cómo su apariencia. Se sentía engañado. Aún así no dejó verse afectado por eso y rió con verdadera gracia. —Querida, estas en un establecimiento de comida rápida.

Moonbyul alzó ambas cejas sin saber qué decir exactamente, se le ocurrían miles de insultos hacia su horrorosa persona, pero no quería armar un escándalo, menos en un lugar en donde no tenían ventaja.

KookV || THE FARMERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora