Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 1

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Pʀᴇsᴇɴᴛᴇ


-¿Tienes tu comida ya guardada en la mochila?- Chares cuestionó mientras terminaba de acomodar su abrigo.

-¡Sí! Y también mis muñecos.- El niño apretó las correas de la pequeña mochila que reposaba sobre su espalda y Charles sonrió enternecido con la imagen de su hijo.

-Perfecto, entnces andando o se nos hará tarde para tu primer día de escuela.- Se acuclilló frente al pequeño y pellizcó su mejilla,  haciendo que e niño se quejara.- ¿Por qué no dejas de crecer? Yo no te quiero soltar y en cambio sigues creciendo, solo quiero mantenerte aquí en mis brazos.- Lo envolvió contra su cuerpo y depositó un beso sobre la cima de su cabellera, dándole un suave apretón.

-¡Papá! Ya me despeinaste.- Fartulló en contra y Charles solo soltó una carcajada ante su reacción y se apartó.

-Bien, bien, andando.- Tomó su mano antes de salir de la pequeña residencia donde habitaban y se encaminaron a la parada de autobuses, donde esperaron el suyo como era de costumbre al momento de salir mientra él le relataba anécdotas a su hijo durante el trayecto.

Su mayor adoración era su pequeño de cinco años de edad, de nombre Jules y que se había convertido su todo desde el primer momento en que se percató de su llegada. Pasar por el proceso del embarazo y actualmente no era fácil, entre las necesidades como figura manterna y paterna, su trabajo y los molestos momentos bochornosos que les hacían pasar sus compañeros de trabajos; Y es que no se podía quejar porque aquel trabajo por el cual tanto luchó por tenerlo y que ofrecía una paga generosa para mantener su vivienda y una vida estable de su hijo lo hacía valer la pena, pero de pensar en trabajr con aquellas personas que se hacían llamar ''hombre'' y que solo servían para el hostigamiento que le hacían pasar día con día no era de sus actividades favoritas.

-Pasará tío Lorenzo por ti, ¿De acuerdo? Yo tendré que llegar ya para cuando duermas, pero te despertaré pata desearte los dulces sueños, ¿Está bien?-  Depositó un beso sobre una de las mejillas regordetas del pequeño, el cual asintió.

-¿Lolo se quedará hoy?

Charles asintió con una sonrisa.- Él te cuidará en las horas en las que yo esté trabjando, mamá tiene un compromiso que le hará trabjar más horas pero te prometo que cuando pueda desocuparme nos iremos a un día de playa, ¿Qué te parece?

Jules soltó un chillido emocionado y asintió eufórico, provocando una sensación de alegría en el pecho de Charles al verlo en ese estado.

-Bien, es hora de entrar, pero nos veremos en casa, no olvides hacer amigos y si algo te molesta dile a la profesora, ¿Sí? Y si algo ocurre que me llamen y yo saldré del trabajo para venir a verte.- Con una última mirada, guió a su hijo en el angosto camino donde la profesora recibía a los niños y se despidió con un gesto de mano al verlo partir hacia allá.

Cuando se aseguró que ya había entrado junto a sus demás compañeros, se retiró de ahí para la siguiente parada de autobuses dirigiéndose camino a su trabajo.

Tenía esos pequeños lapsos de momento donde se cuestionaba sus decisiones, y es que nunca pensó en  no tener a su pequeño entre sus brazos, jamás podría pensar en no tenerlo en su vida porque actualmente no era lo único que lo motivaba en no rendirse, pero hacer todo el trabajo por su cuenta era cansado.

Y no podía negar que no lo extrañaba.

¿Había sido la mejor idea? No lo creía, pero aún no pensaba que hubiera tenido una forma más viable que aquello. Pero también creía que había sido la vía más cobarde al huir sin dejar rastro y borar todo tipo de contacto desde el primer día.

¿Qué había sido de su vida? En ocasiones deseaba dejar de pensar en él, pero si algo era seguro es que todo lo que había hecho era por su propio bien. O por lo enos eso es con lo que se trataba de convencer.

Y cuando llegó a su parada y bajó del autobús, se aferró a su bolsa pensando que solo le deseaba lo mejor y que hubiera podido seguir adelante, que no le haya costad tanto como a él le había ocurrido en todos estos años.

-¡Joven Leclerc! Que bueno que haya llegado, hay junta de improvisto en la segunda sala de reuniones, ya se encuentran todos los directivos y solo falta usted.- Alexandra, la chica que entrenaba para ayudarle con su trabajo, se precipitó al elevador tan pronto como las puertas se abrieron y se dosponía a ir a su oficina.

-¿Junta de improvisto? ¿Tienen mucho esperando ahí?- Aceleró el paso con la chica detrás suyo mientras se encaminaban a la reunión.

-Aproximadamente unos veinte minutos, realmente nadie sabía más que el jefe y un nuevo acompañante que llegó esta misma mañana.

Le pareció interesante la última parte y antes de que pudiera abrir la puerta, se aseguró que sus cosas estuvieran en su lugar dentro de su bolsa y portafolio, y con su última mirada en el cristal, se dispuso a girar el picaporte.

-Buenos días, disculpen la demora pero nadie me avisó de que estaban solicitando una reunión de improviso.- Habló tan pronto como abrió la puerte y dirigió una sonrisa apenada hacía sus compañeros de trabajo mientras caminaba a su lugar.

-Adelante, Leclerc. Toma asiento para que podamos iniciar con esto y dejar de quitarles de su tiempo.- Frédéric, el hombre encargado de toda la empresa, habló desde su lugar.

Charles asintió con Alexandra a su lado y tomaron asiento en sus respectivos lugares. Dejó sus cosas sobre a mesa y cuando levantó la vista sintió como si los fantasmas de la vida que dejó detrás hace años volvieran a hacerle frente.

Porque, justo en ese momento, estaba viendo frente a él al hombre que no le dejaba dormir por las noches y le ahuyentaba el sueño, que se robaba todos sus pensamientos y que lo veía en la cierta manera todos los días al ver a su pequeño hijo correr por la casa.

-Bueno, damas y caballeros, les presento a nuestro nuevo aliado: Carlos Sainz, él estará trabajando en el área de mercadotecnia junto al joven Leclerc. Espero que no hayan ningún incoveniente por ambas partes en trabajar juntos.

Abrió la boca pero de ella desprendia balbuceos sin coherencia, sin saber si tomarlo como una ironía de la vida o simplemente dejarlo pasar.

-Un gusto, señor Leclerc. Espero que podamos llevarnos bien durante mi estadía en la empresa.- Extendio su mano en su dirección, esperando el leve tacto que tanto había anhelado por años.

Y los viejos fantasmas del pasado parecían frente a sus narices.

Lᴏᴠᴇ ɴᴇᴠᴇʀ ғᴇʟᴛ sᴏ ɢᴏᴏᴅ | CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora