2.AMIRA

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Puse un pie en el estribo, me alcé hasta quedar encima de la montura, coloqué el otro pie en el otro estribo y cogí las riendas con la mano derecha. Tras eso,salí de mi campo tranquilamente guiando a mi yegua por los caminos donde menos coches y personas pasaban.
Estar con ella, andar, galopar y pasear a su lado siempre era de mis cosas favoritas. Pau era mi gran compañera, mi mejor amiga. Ha estado conmigo desde que acababa de nacer, de hecho, yo misma presencié su parto y mi padre la fue domando hasta que por fin pude subirme en ella. Aún recordaba esas primeras veces, cuando no podía andar de las agujetas en las piernas, aún recuerdo las horas dándole vueltas al picadero.
Mi pelo volaba a la vez que oía los cascos de Pau chocando en el suelo y levantando la tierra. Sin embargo, todo lo bueno dura poco y por ello, tuve que despedirme de Pau, hasta más tarde. Era hora de ir a la reunión.
Me quité mis vaqueros, mi sudadera, mis botas camperas y me bañé. La elección de la ropa fue simple; unos vaqueros anchos, una sudadera roja y mis converses blancas. Cogí el autobús donde pasé una hora leyendo “Unidos en la eternidad” y al llegar, Alejandro estaba esperándome.
Respira Amira.
Hacían años desde que no veía a Alejandro y de repente, tiene dieciocho años.Su pelo seguía siendo castaño solo que ahora tenía barba de pocos días asomando, sus ojos eran oscuros y su estatura más baja que yo.
-Hola- me saludó.
-Hola-reí.
-¿Estás lista?- asentí-.Tengo por ahí el coche.
Andamos hasta su coche. Un coche lujoso, bastante.Joder, ¿cuántos capítulos me he perdido de su vida?
-Ahora vamos al despacho donde estará Gael- me informó-.Él te lo explicará todo.
-Perfecto.
-Yo no estoy tan de acuerdo pero, es la última opción.
Asentí y permanecí callada. Había algo en él que ya no era lo mismo. Su alma, su espíritu libre.
-¿Ya no vas al campo?- dije curiosa.
-No, ya no soy un crío.
Me dolió. ¿Acaso no puedes ir al campo cuando creces?
No me está gustando nada esto.
Aceleró y subió la radio. Sonaba “Amor Genuino” hasta que llegamos al despacho. Claramente eso no era un despacho, era un edificio enorme, alto y brillante.
-Joder con el “despacho”- él rió.
Al mirar hacia la parte de atrás vi a una chica haciéndonos fotos desde la distancia.
¿Dónde me he metido?
-Antes no me dejaban ni pasar de las  personas que habían.
Me guió hacia el ascensor, por donde subimos hasta la tercera planta. Los pasillos eran blancos con bancos a los lados y puertas de cristal por donde se veía perfectamente el interior. Dentro había un chico alto,con el pelo castaño, Gael. A él aún lo recuerdo de cuando Alejandro y yo nos llevabamos.
-Cuanto tiempo, Amira- me dió dos besos cordiales.
-Es un placer- sonreí.
-Siéntate- me ofreció.
Todo el despacho olía a colonia varonil procedente de Gael.
Me encanta.
-Como Alejandro ya te habrá contado, su fama ha bajado demasiado- comenzó-. Hemos intentado de todo pero nada procede y esta es nuestra última oportunidad.
-Ajá-asentí.
-Queríamos saber si estás interesada en ayudarnos a fingir una relación falsa con él.
-¿Qué?- estaba impactada.
-Será de máximo un año, solo es para tener más salseo que se puedan comentar en redes y tal.
-Lo entiendo, pero¿por qué yo?
-Eres mi única amiga- respondió Alejandro.
-Podemos firmar un contrato, ganarás un buen dinero.
-Esto lo tendría que pensar- contesté.
-Necesitamos la respuesta para empezar a crear planes. Si cambias de opinión puedes hablar con Alejandro para demorarlo e incluso minimizar el tiempo del contrato.
Gael se levantó y cogió de la impresora un papel.
“Este contrato es de tiempo indefinido, la propietaria obtendrá un veinticinco por ciento del dinero obtenido por la relación falsa.Tendrá de manera gratuita todos los objetos necesarios para los diversos eventos sociales...”
Contrato indefinido.
Pensé en lo bien que le vendría a mi familia ese dinero, pensé en los cuidados que le podré dar a Pau con ese dinero.Miré a Alejandro y volví a ese sábado.

Alejandro y yo estábamos en el campo de mi cuñado merendando. Su libro recién había llegado a la fama cuando me miró con una lágrima en los ojos y me dijo:
-¿Me ayudarás en todo?
-Siempre- le limpié la lágrima.
-¿Incluso si pasa el tiempo?
-Incluso si pasa el tiempo.
Y nos abrazamos jurándolo.

-Por favor- me pidió.
Respiré profundamente y firmé el contrato.

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