3.AMIRA

5 2 7
                                    

Acaba de llegar del instituto y ya estaba en el campo cepillando a Pau. El sol daba de una forma agradable y Pau estaba feliz cuando,vi un Jeep negro entrar por la cancilla del campo.Dejé el cepillo a un lado y me aproximé a ver que sucedía.No conocía a nadie con ese coche y menos del pueblo.
Alejandro salió del asiento del conductor quejándose de los ladridos de mis perros y de la tierra del campo.
Vaya cambio ha dado este chico.
-Hola- me saludó.
-No te esperaba.
-Yo tampoco, ha sido uno de los de mi empresa de libros que me ha aconsejado hablar contigo.
-Ah, perfecto. Acompañame que por detrás hay un jardín que he estado cuidando estos años.
-¿Este campo es tuyo?- preguntó siguiéndome.
-Exactamente.
Lo guié hasta mi zona segura, el lugar donde solía hacer mis deberes o estar con mis perras tranquilamente. No tenía nada para beber o comer pero podía aprovechar la mesa blanca que tenía para poder conversar. El jardín estaba lleno de flores, frutales, árboles y sobre todo bougainvilleas.
-Cuéntame- inicié sentándome en una de las sillas.
-Verás-se acomodó-.Hoy he estado charlando con un compañero bastante importante en este mundo.
-¿Gael?
-No, de hecho estoy a punto de despedirlo.
-¿Por qué?- me sorprendió la respuesta.
-Solo es estricto conmigo, y en este caso no creo que sea así.
Lucía, mi perra labradora se sentó al lado mío y eso me tranquilizó.
-Te tengo una lista de cosas que hay que cambiar. Cosas sencillas como cambiarte la edad para no ser "ilegales", hasta cambios físicos en tí.
-Ajá.
-Vale, en primer lugar tienes que tener dieciocho años en vez de diecisiete.
-Vale.
-Por otro lado, tenemos que quedar con Gael para cuadrar las citas falsas.Más adelante tendrías que venir conmigo a algunos eventos y mudarte.
-¿Mudarme?- se me bajó la presión.
-Puedes mudarte a mi casa o a mi ciudad pero cerca.
-Alejandro, eso no entraba en el contrato que firmé.
-Lo tienes que aceptar.
Esto no me estaba gustando absolutamente nada.
-Por último, físicamente hablando tienes que cambiar, tienes que estar a mi altura.
-¿A tu altura?
-Exacto, tienes que empezar a vestirte bien, maquillarte, peinarte y a ser posible, dejar de venir a este asqueroso lugar.
-Alejandro, no pienso hacer eso.
-Tú verás, pero te he apuntado al gimnasio para que pierdas de peso y reduzcas esas piernas anchas que tienes.
-No necesito ir al gimnasio.
-No opinamos igual así que tengo un ayudante que te ayudará a tener un físico atractivo.
Me dolía, estaba simplemente asombrada. Decepcionada.
-¿Tú has aceptado todo esto?- pregunté.
Alejandro por favor no termines de decepcionarme.
-Yo las propuse-contestó con normalidad.
Sus ojos oscuros me producían asco,desilusión. Decepción.
-No quiero, Alejandro. Quiero acabar con esto.
-Mala suerte si no quieres tener grandes problemas- me tendió un papel-.Ahí te dejos los cambios y los horarios del gimnasio.
Y sin más, se fue del jardín y más tarde escuché su coche marcharse.
Me quedé mirando a la nada, pensando en todo durante varios minutos con Lucía acostada en mis pies.
No puede ser verdad.
Me puse las manos en la cabeza y lloré. Mudanza, gimnasio, maquillaje, ropa, fama, fotos, citas.
Y así, tan rápido, un contrato te arruina la vida.

Nuestras letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora