—Odio qué me hagas sufrir hasta el hecho de que no me pueda controlar.
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—Perfecto imbécil— Rumoreaba entre mis labios al ver a Yeonjun con una chica bastante bella. —Mierda— Maldije, porqué carajos me dolía tanto. Es decir, no eramos nada.
—¿Celos?— Gritó ahora a solo un paso de mi, la chiba había desaparecido.
—¿Siempre te acompaña ese transtorno de personalidad?— Estaba respirando fuego.
—Uy— Abrió sus ojos con asombro.
—Vamos, ella era linda ¿No crees?— Lo mandé al carajo en mi mente un par de veces cuando escuche eso.
—Por un demonio, y a mi que me importa— Me levanté, ahora mismo lo odiaba y mi corazón dolía.