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El estadounidense miró a su compañero y decidió creerle. Después de que lo haya defendido de aquellos humanos, demostró que podía estar seguro junto a ese toro. Él procedió volver a acomodar sus vestimentas y se quedó ahí junto al toro.

Él recargó su cabeza en el hombro del toro y cerró sus ojos. El toro no le molestó mucho, más bien, le gustaba ver que la vaquita ya estaba agarrando confianza en él y se sentía seguro.

Sin que la vaquita lo supiera, la campanita que tenía USA contenía un micrófono diminuto que fue pasado por muy desapercibida. No sólo USA lo tenía, todas las demás vacas tenían una escondida en sus campanas que fue totalmente desapercibida.

La chica escuchó la conversación de aquellos dos. Ella tenía la esperanza de que aquel inglés haya podido decidir por fin aparearse con el toro pero al escuchar que el ruso lo convenció de no hacerlo, la sacó de sus casillas.

— señorita... — la chica lo miró con desprecio — ¿El toro y la vaca se pudieron aparear? — la chica se levantó y lo agarró del cuello de su camisa.

— ¡NO! — respondió con enojo — ¡ESE ESTÚPIDO TORO ME ARRUINARÁ TODO SI NO SE LLEGA A APAREARSE CON ESA ESTÚPIDA VACA! — dijo mientras soltaba con brusquedad a su compañero.

— lamento mucho eso, señorita... — dijo el encargado, esto sólo hizo que la chica soltara un gran quejido por su desesperación.

— no... Ya está, que me hagan una vaca y me manden al matadero — dijo mientras se volvía a sentar en su silla y tapaba su cara.

Su encargado miraba con pena a su compañera por no lograr lo que ella quería hacer con los de la celda 10 hasta que recordó algo.

Antes de que pasara todo esto lo de la crisis de la leche y carne, ellos utilizaban hormonas en vacas para que las vacas pensaran que estaban embarazadas y así podían tener leche.

La leche no era muy buena que la leche normal sin hormonas pero al menos, las empresas lecheras se llenaban los bolsillos con esas gordas vacas.

¿Qué otra cosa podría alentar a las vacas a tener relaciones con un toro?

...

¡Afrodisíacos!

¡Si ellos no querían aparearse de forma natural, los afrodisíacos lo harán!

— ¡Tengo una idea! — habló el encargado feliz.

— ¿De cómo hacer que me salve de que me conviertan en una vaca? — dijo con voz apagada.

— ¡No, aún mejor! — la chica lo miró — en el laboratorio hay muchas cosas y recuerdo que en ese laboratorio, hay un líquido que le podemos dar en la comida — las esperanzas de la chica volvían a su ser más y más rápido — hay que ponerle afrodisíacos en la comida —

Ante eso último que había dicho su compañero, la chica saltó de su asiento contenta y abrazó a su compañero.

— ¡Gracias! — dijo con felicidad, casi sentía que se le iba a salir las lágrimas de la emoción — ¡Sabía que podía contar contigo! ¡Eres el mejor compañero de todos! — dijo mientras se separaba y salía de la habitación.

— no hay de qué —

— ¡Oye! — el chico salió del cuarto apenas lo llamaron — ¿Te vas a quedar ahí o me vas a ayudar? —

— ¡Ahí voy! — dijo mientras seguía a la chica — ¡Cuando lo logremos, seremos ascendidos! — dijo con emoción su compañero.

— ¡Y de eso no dudo, amigo mío! — dijo mientras se dirigían al laboratorio a paso rápido.

desolationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora