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~Escucha el latido de mi corazón
Te llama a su propia voluntad...

—¿Cuándo vas a regresar? —preguntó Minho, frotando sus ojos por el sueño.

Chan lo miró, rodando los ojos a pesar de que había una sonrisa en su rostro.

—El dos de enero, ya te lo dije —contestó su mejor amigo, agarrando su bolso—. ¿Qué, ya me estás extrañando?

Minho le sacó la lengua, sentándose en el sofá para ponerse a ver televisión.

—Por favor, es sólo para saber cuántos días estaré a solas.

Chan no quiso pensarlo de alguna otra forma, pero no pudo evitar imaginar en que Minho llevara a Jeongin allí. La sola idea de que Jeongin estuviera en su departamento, junto a su mejor amigo, le ponía de muy mal humor. Especialmente, luego de enterarse de que el día anterior estuvieron juntos por el cumpleaños de Minho.

Para su propia fortuna, quedó en salir con Jeongin luego de que volviera de su viaje. Iría a pasar Año Nuevo a un centro de esquí en Pyeongchang junto a sus padres, por lo que su mamá estaba muy contenta con esa atención recibida de su alfa. Al ser su primera omega, Hyemin recibía muchos regalos por parte del padre de Chan. Además, Hyungsik estaba muy orgulloso de que su primogénito fuera un alfa, por lo que el premio era doble para su madre.

—Recuerda que tienes prohibido... —comenzó a decir Chan.

—¡Traer omegas aquí a follar! —gritó Minho, cambiando de canal—. ¡Tranquilo, Channie! Si salgo con alguien, siempre procuro la discreción de un motel.

Chan no pudo aguantarlo demasiado, por lo que terminó preguntando:

—¿Piensas llevar allí a Jeongin? —le soltó, algo ácido.

Minho se congeló un momento, sorprendido y desconcertado por la pregunta realizada. Chan lo observó, pensando en la apuesta hecha, en lo raro que se sentía todo ahora, en la forma en que Jeongin lo miraba a veces. En ese bonito rostro que llamaba la atención con facilidad, porque tenía una extraña belleza. Chan no podía evitar compararlo con un tierno conejito, que saltaba por el mundo y se escondía de los lobos.

Su mejor amigo se volteó a mirarlo. Chan no reconoció su expresión, que contenía una mueca extraña, como si tratara de aguantar la risa y el enojo a la vez.

Y es que Minho tampoco sabía cómo reaccionar ante la pregunta hecha. En especial, porque las últimas veinticuatro horas estuvo pensando demasiado en Jeongin y lo que era para él. Se le hacía demasiado complicado encontrarle sentido, pero, tal vez, todo se resumía a una palabra: atracción. Existía una innegable atracción de su alfa por el omega. Minho estaba un poco asustado, porque eso complicaba un montón las cosas, y a pesar de ello, no quería alejarse de Jeongin.

—Claro que no —habló Minho, con la voz grave—. Tengo pensado un bonito hotel en el que consentir a Jeongin. Después de todo —su tono se volvió borde—, se lo merece, ¿no es así?

—Espero que sea caro —replicó Chan—, yo había pensado en algo frente a una playa. ¿Te imaginas lo emocionado que estará por eso?

El mayor dijo lo último de la nada, porque realmente no lo pensó con anterioridad. Pero, en ese momento, supo que sería una magnífica idea. Jeongin era como un niño pequeño al que podías sorprender con cualquier cosa, y estaría emocionado hasta por el más simple de los regalos. Además, eso le daría a entender lo dispuesto que estaba a gastar en él.

Claro, ahora que lo pensaba, Chan dudaba mucho que estuviera contento sólo una noche con Jeongin. Fuera del hecho de marcarlo, pensar en tener al omega bajo él, sudoroso y caliente, era suficiente para ponerlo duro en segundos. Sí, con una vez no quedaría contento.

Monocromía ☘ ChanMinInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora