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Quiero despertar, odio este sueño...

Tuvo que hacer una mueca cuando Seunghyun lo acorraló contra los casilleros, sonriendo con diversión, en tanto Daesung se cruzaba de brazos y negaba con la cabeza. El lugar en donde estaban se hallaba vacío, sin alguien cerca, ya que las clases terminaron minutos antes, por lo que Jeongin no podía pedir ayuda de nadie.

—Estamos fuera del horario, Jeongin —dijo Seunghyun inclinándose, acercando su rostro—, así que podríamos ir al baño, y si me muestras tu lindo cuello...

Soltó un suspiro, sacudiendo la cabeza y tratando de no lucir intimidado a pesar de que estaba nervioso y temeroso. Desde el momento en que Dongyul pasó cruzar esa pequeña línea invisible, días atrás, que estaba así con cualquier alfa que se acercara más de la cuenta, a menos que fuera uno de sus amigos.

De esa fatal noche pasaron dos días. Y podía sentir los insistentes ojos de su padrastro sobre su espalda a cada momento.

—Deja que te marque, Innie —insistió Seunghyun, sonriendo y mostrando todos sus dientes.

Jeongin levantó la vista, apretando con fuerza el borde de su mochila. ¿Dónde estaba Jisung cuando la necesitaba? ¿O Changbin?

—Anda, di que sí —prosiguió Seunghyun cada vez más cerca—, sabes que tu vida será mejor si dejas que te marque.

Por supuesto que sería mejor, todo el mundo lo sabía. Seunghyun era no solo uno de los alfas más codiciados dentro de su colegio, sino también uno con buena posición económica y social, además de ser el capitán del equipo de fútbol en el colegio. Por otro lado, por supuesto, salía con la pequeña abeja reina del lugar: Park Jihye, una de las pocas omegas que gozaba de un buen lugar dentro de la jerarquía del colegio.

Pero Jeongin tenía bastante claro que Seunghyun solo lo quería para un momento, y luego le dejaría abandonado con una fea marca en su cuello.

—Estás en el edificio omega, Seunghyun —espetó Jeongin, tensándose—. Se supone que los alfas no pueden meterse aquí —hizo un mohín—, y si Jihye nos ve...

—Yo me encargo de mi novia —gruñó Seunghyun, intimidándolo—, así que no te preocupes de ello —el alfa deslizó su nariz por sobre la piel del omega—. Hueles tan bien, Jeonginnie. Deja que te pruebe.

¿Y si lo dejas?, murmuró con diversión una voz en su interior. Si dejas que un alfa te haga suyo, Dongyul podría dejar de molestarte. Nadie querría estar contigo.

O Dongyul podría matarme por ello, pensó tragando saliva.

—Basta, Seunghyun —Jeongin levantó su barbilla, queriendo lucir decidido, aunque por dentro no era más que una bolita—, debo ir a trabajar ahora, así que si no te moles–

—Seunghyun, aléjate de ese repulsivo omega ahora.

Soltó un chasquido al escuchar las molestas palabras de Jihye, que tenía sus manos en su cintura en una actitud irritada.

Seunghyun resopló producto de la molestia, obedeciendo a pesar de que la omega fuera delgada y pequeñita. Pero Park Jihye podía ser una total perra cuando quería, en especial cuando se trataba de defender lo que consideraba suyo.

Sobre todo, cuando se trataba de minimizar y humillar a Jeongin.

El omega rodó los ojos, escapando del lugar donde Seunghyun lo acorraló, e hizo amago de marcharse para no ver la clara pelea que la pareja tendría en ese momento.

—No sé qué le puedes ver a ese estúpido omega —Jeongin ignoró el insulto, acostumbrado a ellos—, yo debería ser suficiente para ti.

Jeongin no odiaba a Jihye. De alguna retorcida manera, podía entender su actitud: la chica se comportaba bastante decente cuando Seunghyun no estaba cerca, es decir, cuando estaban en clases. Incluso le hablaba con normalidad a él de vez en cuando. Pero apenas Seunghyun estiraba la mano para comenzar a molestarlo, la muchacha sacaba sus garras. Los omegas eran celosos por naturaleza, más aún cuando eran el primer omega de un alfa.

Monocromía ☘ ChanMinInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora